Columnas de opinión y análisis de la actualidad de Colombia publicadas los sábados en el periódico EL PAÍS - Cali


sábado, octubre 27, 2012

La U: que se la quede Santos

El Partido de la U habilidosamente ha sabido mantener a Uribe cerca; le aseguran que siguen firmes en los principios que inspiran al Uribismo, y que apoyan al Gobierno porque el expresidente los ha dejado solos. Claro que hay congresistas buenos en la U, que defienden sus regiones y sus ideas, pero esos son los menos. La mayoría utilizaron a Uribe para elegirse, y utilizan a Santos para obtener réditos políticos propios. Les gusta andar con la mano extendida pidiéndole mermelada al Gobierno, recogiendo sobras de poder para edificar sus pequeños fundos electorales. No respetan el querer de sus electores, su compromiso es con la burocracia, no tienen convicciones ni una visión de país. En ese contexto, se abre una gran oportunidad para el Uribismo: dejarle ese partido a Santos; al fin y al cabo se parecen más. Uribe no ha necesitado nunca de los políticos. En su primera elección ganó solo, los políticos llegaron cuando su victoria era un hecho. La segunda reelección también la hizo sólo; los partidos de la coalición Uribista se sentían excluidos y se quejaban de la baja participación que tenían; incluso se rumoraba que Uribe los excluiría del poder en su segundo mandato. El presidente Uribe es la única persona en el país que podría intentar un experimento que puede transformar la política colombiana. Si Uribe encabeza una lista única al Congreso y selecciona un grupo de personas comprometidas con su visión del país, de hojas de vida limpias, con ideas, con proyectos, con fe en el futuro, el siguiente sería un Congreso diferente y mejor. Mockus intentó algo así, pero su prestigio no fue suficiente en la Nación. Uribe, en cambio, podría elegir sin dificultades un amplio grupo de parlamentarios distintos; que le devuelvan al Congreso su legitimidad, que le impriman ideas al debate nacional. Una decisión así del presidente Uribe, le devolvería al Uribismo la oportunidad de crecer con líderes que sí lo representen. Además le daría seriedad a la relación con la Presidencia; si el nuevo presidente es Uribista habrá un grupo político serio y consolidado que lo respalde, pero también capaz de contenerlo y exigirle. Si el Uribismo pierde la Presidencia, tendrá la opción de ejercer una oposición seria y consistente. Los beneficios serían también para la democracia colombiana. El Congreso es una institución desprestigiada pues no es capaz de asumir los debates que le corresponden; se ha vuelto un apéndice de los gobiernos y se limita a aprobar proyectos. Si el número de congresistas capaces de resonar en la opinión se aumenta, habrá más equilibrio de poder y más coherencia ideológica en los gobernantes; habrá debate político. El presidente Uribe es un demócrata y por eso le cuesta mucho imponer candidatos y escoger como si fuera mesías. Él prefiere apoyar los liderazgos existentes porque ve en ellos la concreción de la voluntad popular. Sin embargo, las difíciles circunstancias del país asediado por los violentos y con la inminente posibilidad de que los narcoterroristas empiecen a participar en política, impone la necesidad de hacer transformaciones de fondo. Para evitar la toma de poder por los violentos se necesita una nueva clase política con ideas y convicciones; que no ceda ante las mermeladas que puede ofrecer cualquiera. Hoy están empalagados por Santos, pero mañana habrá otros con más petróleo para comprar y más agallas para imponer una agenda política ajena al querer democrático. http://www.elpais.com.co/elpais/opinion/columna/paloma-valencia-laserna/u-quede-santos

sábado, octubre 20, 2012

Las Farc son las Farc

Algunos se declaran sorprendidos del discurso de las Farc. No hay nada nuevo; nada que no corresponda al accionar sistemático de esta organización narcoterrorista. Unos ilusionados en su convicción de que la negociación es alcanzable se sienten defraudados por las expresiones de cinismo de las Farc; es natural, pues el sueño de los colombianos es la paz y en medio de tanto dolor es difícil no desearla. Otros, en especial los negociadores, están desconcertados. Han sostenido que este proceso no es como los otros, pero luego de este discurso peligrosamente empieza a asimilarse a lo que el país conoce. Es difícil comprender que los negociadores y el propio Gobierno no previera este discurso; sólo se explica por ese delirio -tan colombiano- de fundadores, de que cree que por ser nosotros todo será distinto, tal vez legado por los colonizadores, o por la ceguera que produce la vanidad. En fin, quienes se sorprendieron con el discurso y aquello que persisten en decir que es sólo una estrategia de negociación, están subestimando a las Farc. Este grupo armado que lleva 50 años en una guerra ilegal, y no está dispuesto a cesar su lucha sino cuando consigan lo que han venido buscando: la transformación definitiva del modelo económico y todo lo que ello implica. Hay algo de menosprecio en quienes consideran que las Farc quieren unos cargos en el Gobierno, unas fincas, sueldos para sus militantes o lavar los millones de dólares que han acumulado con el narcotráfico. No se establece una lucha de tanto tiempo para capitular por cosas así, pues todas ellas se podrían hacer sin negociar, hay subterfugios para hacerlas. Las Farc tienen un modelo político y económico que pretenden imponer; de eso se trata. Por supuesto que se trata de un modelo anacrónico, y como es el hecho mismo de persistir en conquistar por las armas lo que las mayorías democráticas no aceptan. Las Farc están quedadas en el tiempo, defendiendo un sistema que ya probó su inoperancia y falló catastróficamente. La revolución comunista fracasó y el mundo lo sabe, pero la influencia de Chávez los alienta. Chávez está involucrado en este proceso de paz porque tienen ánimos expansionistas y quiere a Colombia dentro de su proyecto bolivariano. El vecino venezolano estará tratando de convencer a las Farc de que dejen las armas y opten por la política, como lo hace él. Seguramente les prometerá financiación y cooperación para tomarse el poder. Pero las Farc saben muy bien que a través de las urnas no conquistarán el poder. El pueblo colombiano no los aprecia, ni les perdonan los crímenes que han cometido. Además, después de tantos años de persistir, dejar las armas para tener lo que ya tienen no hace sentido. Quienes insisten en que con esta negociación nos acercamos a la paz, se equivocan. Una cosa es la terminación del conflicto con las Farc y otro muy distinta es la paz. Este proceso aportará, pero ya comandantes radicales, como el del la Teófilo Forero, dicen que sólo “los gordos del secretariado se van a desmovilizar”, los otros, los verdaderos combatientes, seguirán en pie de lucha. Además, el mensaje que le da este proceso a las demás bandas criminales y grupos ilegales es que la violencia puede ser un vehículo político. Esta negociación lesiona lo más profundo de la legitimidad del Estado, ¿cómo se le podrá imponer la ley a quien se roba algo, cuando se le perdona a los asesinos? No hay justificación para romper la ley, eso lo tenemos que aprender los colombianos. http://www.elpais.com.co/elpais/opinion/columna/paloma-valencia-laserna/farc-son-farc

martes, octubre 16, 2012

El valor de la seguridad

La seguridad es, muchas veces, menospreciada por quienes habitan en las ciudades; más cuando son grandes y la gente se ha acostumbrado a sobrellevar la delincuencia. Sin menospreciar la gravedad del fenómeno, es muy distinto a lo que tienen que vivir quienes están en territorios dominados por los violentos. La delincuencia común ataca y con ello rompe la tranquilidad de los ciudadanos. Incluso los obliga a cambiar sus hábitos de circulación o sus horas de salida. Pero la vida en general es tranquila, y los criminales alteran esa manera de vivir. Otra muy distinta es la situación de quienes viven en zonas apartadas o en barrios de las ciudades o en el campo, donde el Estado ha perdido la soberanía, y otros grupos de poder armado los ocupan. Puede tratarse de narcoterroristas o de bandas criminales o pandillas; en fin cualquier grupo que toma en sus manos el control de la zona. Lo hacen a través de las armas y con ellas generan un clima permanente de zozobra. El control implica doblegar a todos quienes vivan sobre ese territorio, dominarlos para que obedezcan la voluntad de los amos, para que respeten las reglas que impone quien domina. Además mantener este territorio no es fácil, aparecen nuevos competidores, que generan enfrentamientos cuyo nivel aumenta en la medida en que aquel territorio sirva para extraer riquezas. Es así como los habitantes donde la minería ilegal florece, empiezan a perder sus libertades; también quienes viven justo en los lugares donde se cultivan plantas ilícitas o por donde transitan o se almacenan. Es difícil estar tranquilo cuando el poder que nos domina no es predecible, cuando existe la posibilidad de que hoy o mañana seamos víctimas de un malentendido que termine con nuestra vida. Vivir en el miedo es como vivir en pausa; en medio de la ansiedad de no saber qué va a pasar, y con certeza de que en algún momento algo terrible va a pasar. Quienes menosprecian la seguridad es porque no logran empatizar con una situación así. No es fácil hacerlo, porque no es normal que haya seres humanos que tengan que dormirse y levantarse con miedo. No es aceptable que haya ciudadanos atormentados por unos pocos que ejercen poder a través de sus armas. La inseguridad atormenta más a los más pobres; quienes tienen recursos tienen la opción de irse y buscar nuevas alternativas en otros lugares, pero quienes no cuentan con recursos para hacerlo o están ligados por sus actividades a esos espacios tienen que someterse y vivir como si no fueran libres. En este contexto es evidente el drama de los desplazados. Una situación tan al límite que es preferible dejarlo todo, emigrar para llegar a una región extraña, sin recursos, sin amigos, sin casa; para preservar la vida. Por supuesto que la vida vale mucho, pero nadie debería tener que pagar por ella. En este contexto es merecido el reconocimiento que los colombianos le hacen al presidente Uribe. Uno de sus grandes logros fue darle importancia al valor de la seguridad. Uribe habló de ella, reivindicó su significación. El Estado debe ocupar todo el territorio nacional, pues cuando quedan espacios estos son ocupados por los déspotas armados. El presidente Uribe es un estadista porque fue capaz de captar la necesidad de un pueblo y es sobretodo un líder que estimula a la nación para seguir buscando la manera de construir un país en paz, donde unos pocos violentos no se impongan. Octubre 12 de 2012 http://www.elpais.com.co/elpais/opinion/columna/paloma-valencia-laserna/valor-seguridad

sábado, octubre 06, 2012

La salud del Vicepresidente

El debate sobre la salud del vicepresidente Garzón aparece en el momento exacto en el que el presidente Santos está en el hospital. Podría tratarse de una coincidencia, sin embargo la presencia de Roy Barreras como impulsor de la iniciativa que pretende evaluar la salud del Vice, muestra que hay mucho más que azar. Tiene la primera función de cortina de humo que ahuyenta el debate que podría causar la enfermedad del Presidente; aleja cuestionamientos en torno a si debía o no tomarse una licencia, si es o no una falta temporal. Lo que es más, este Gobierno no está contento con Angelino. Santos lo eligió como formula vicepresidencial porque era un complemento; no representaba lo mismo que él y le abría puertas ante quienes lo veían burgués, centralista y capitalino. Eran las diferencia que tenía con Garzón lo que buscaba Santos durante la campaña, pero una vez elegido pretende que esas diferencias desaparezcan. Parece que le exaspera eso mismo que le atrajo. Queda, inevitablemente, la sensación de que ahora Santos no le encuentra utilidad esas discrepancias; ya las usó y no tiene por qué conservarlas. Más aún cuando nuestro Presiente abomina cualquier cosa que se parezca a la oposición o a la crítica; todo aquello que lo aleje de su comodísima unanimidad nacional. Pero el debate no se puede limitar a las estratégicas jugadas del Presidente. La democracia eligió un combo, que no puede ahora deshacerse. Las agallas de Roy hoy mostraron una nueva faceta; quiere complacer a Santos, aún abusando del marco jurídico. Pensará tal vez, que podrá ser él el nuevo Vice, o que tendrá al menos protagonismo para elegirlo. Mal hacen los que se apuntan a revocar el mandato soberano del pueblo, cuando carecen de razones para hacerlo. Si se tratara realmente de la salud de Angelino, esta no sería la ocasión para exigir los exámenes. El Vice está enfermo, no se necesita un médico para corroborarlo; sin embargo está en un franco proceso de recuperación visible para todos los colombianos. Podría decirse entonces, que el Vice tiene una falta temporal. Determinar si su proceso de cura será definitivo y total sólo lo dirá el tiempo. Cuando se presente la necesidad de que ocupe el cargo de Presidente -y sólo entonces- convendrá hacerle los exámenes para saber si su estado se lo permite. Un caso análogo lo ilustra: tiene una boleta para la lotería que aún no ha jugado, está refundida y la está buscando. Eso no significa que ya no se pueda ganar la lotería; ni podemos concluir que no vaya a encontrar la boleta. El tiempo para buscar la boleta sólo se agota cuando la lotería se juegue. Si se gana la lotería puede reclamarla únicamente si ha recobrado la boleta, si para entonces no la ha encontrado estará fuera del juego. Lo que pretenden hacerle a Garzón es que la lotería excluye del sorteo el número de la boleta porque no aún no la he recuperado. Finalmente conviene recordar que la popularidad del Vice es muy alta. Los colombianos -al contrario del gobierno- valoran sus posturas y su independencia. Entre otras cosas, ha sabido ganarse el cariño de muchos uribistas, que sintiéndose traicionados por Santos, han encontrado en el Vice un político que gurda alguna lealtad al mandato de quienes lo eligieron. No deja de ser paradójico que Santos rechace a Angelino por sentirlo cercano a las posturas del uribismo, posturas estas que fueron definitivas para la elección de Santos. Octubre 05 de 2012 - http://www.elpais.com.co/elpais/opinion/columna/paloma-valencia-laserna/salud-vicepresidente