Columnas de opinión y análisis de la actualidad de Colombia publicadas los sábados en el periódico EL PAÍS - Cali


sábado, abril 27, 2013

La letra muerta

Mi columna de El Espectador, en la que invité a comparar la moralidad entre EE.UU. y Colombia en lo que se refiere a su manera de atender la seguridad interna, tuvo el privilegio de ser discutida por el Dr. Kalmanovitz, reconocido por su aguda inteligencia. Mi propósito era reparar en la manera como el país del norte se sacude por la ocurrencia de hechos violentos, mientras hechos similares o peores suceden en nuestro país sin ocupar siquiera un titular. También, resalté la efectividad mediante la cual se sometió a los violentos, en ese país donde la ley está respaldada por una amenaza real de castigo. EE.UU. ejerce el monopolio de la fuerza, por la aparente paradoja de que, precisamente, tiene el monopolio de la fuerza. Coincido en casi todas las observaciones del columnista, sin embargo quisiera, en tanto la brevedad de este escrito lo permite, referirme a mis discrepancias. Mi llamado no es a profundizar el conflicto, sino al respeto a la ley. Aquella formula terrenal y burda que pretende hacer tangible el siempre supremo principio de Justicia. Mi reclamo sobre la justicia va más allá de las Farc y de los paramilitares; se refiere a una dolencia profunda cuyas consecuencias desarticulan la consolidación del Estado de derecho. Dejando de lado el que los casos de inoperancia judicial a los que se refiere Kalmanovitz fueron seleccionados según sus preferencias políticas, y que por lo tanto se refieren al gobierno Uribe, cabe anotar que las injusticias en nuestro país superan lo numerable. ¿Qué pasó con las investigaciones sobre la Catedral desde donde Pablo Escobar mandaba a asesinar? ¿Qué con el asesinato de Álvaro Gómez donde los únicos investigados son los propios Gómez? ¿Qué con el asesinato del chofer de Horacio Serpa o la monita retrechera? Y mi constante queja: el que quienes han producido tanta violencia en nuestro país sean perdonados con total impunidad. Sostiene el columnista que mi clamor por el respeto a la ley, debe quedar subsanado por la utilización de la justicia transicional para las Farc; y estoy de acuerdo siempre y cuando aquella garantice unos mínimos de justicia, verdad y reparación. La suspensión de la pena, las sanciones extrajudiciales, las penas alternativas, las modalidades especiales de cumplimento de la pena y la renuncia a la persecución judicial que consagra el Marco Jurídico para la Paz no lo hacen. Condenar a alguien para que no pague un día de cárcel, no es justicia; se parece más a las condenas en las que el procesado escapa de la cárcel o nunca es detenido. Coincidamos el Dr. Kalmanovich y yo en el diagnóstico de que este país necesita superar la aplicación selectiva y esporádica de la ley para pasar a un escenario donde la Justicia juzgue, y el Estado proteja y aplique la ley. Tampoco diferimos en que conviene hacer una última excepción a la ley para permitirle a las Farc dejar las armas. Nuestra diferencia aparece en qué tanta justicia, verdad y reparación podemos ceder. Tengo lo opinión de que Colombia no podrá dejar atrás la violencia mientras legitime su uso como mecanismo de acceso a la política. Este es el momento en que la sociedad colombiana debe decidir el mensaje que les da a los violentos: si los fines políticos justifican el uso de la violencia, si la búsqueda de la paz pasa por la abolición de todo principio de justicia. La ley es tan sólo un incentivo, que si se prueba completamente ineficaz, hace de la ley letra muerta. http://www.elpais.com.co/elpais/opinion/columna/paloma-valencia-laserna/letra-muerta

sábado, abril 20, 2013

¿Todo vale?

Todo vale es una frase que acuñaron algunos políticos para criticar a otros sobre la base de que las decisiones pragmáticas no son deseables. La cuestión de fondo es si el fin justifica los medios. Cabe, por supuesto, el análisis de cuáles medios y con qué fines. El Presidente dice que el proceso de La Habana es para “pasar de las balas a los votos”; dice que las víctimas quieren justicia, pero que los que pueden ser víctimas piden una paz negociada para evitar ser víctimas; es decir que la Paz se opone a la Justicia. A muchos les parece bien, pues consideran que la Paz, como fin, es suficiente para avalar todos los medios. Así mismo respaldan que el Fiscal diga que mientras no haya condenas, podemos hacer de cuenta que no hubo delitos de lesa humanidad. Con ese mismo argumento, la Paz como fin, también algunos apoyan que nuestro Presidente -elegido con los votos uribistas- se haya unido al clan chavista, y con el club de la Unasur pose en la foto de posesión de Maduro; que quedará como recuerdo para el futuro, del día en que Latinoamérica fue cómplice de la caída de la democracia en Venezuela. Las grandes cuestiones son siempre una buena ocasión para jerarquizar los valores. ¿Paz vs. Justicia? ¿Paz nacional vs. daños en democracias extranjeras? Estas parejas pueden tener un fácil ganador, pero es posible complejizarlas si se incluyen factores reales que disminuyen la abstracción. ¿Reducción de la violencia con concesiones a los violentos vs. Violencia con justicia inoperante? ¿La ilusión de la potencialidad de justicia en medio de la violencia por delincuentes comunes y las Farc vs. Acabar la franquicia de las Farc, y tener la violencia cometida solo por delincuentes comunes, otorgándole representación política a los terroristas de las Farc? ¿Venezuela con el chavismo imponiendo una pax romana y sin democracia vs. Venezuela con el chavismo incendiando la democracia? Los escenarios posibles son mucho más complejos, ninguno ofrece justicia, ninguno incluye la paz, ninguno el bienestar inmediato de Venezuela, ninguno un final feliz. La cuestión primordial es que hay valores por los que vale la pena luchar. Uno de ellos es la democracia, es el sistema que permite el debate civilizado de las opiniones y la elección del sistema más convincente; pero sobretodo la certeza de que si este no funciona será posible cambiarlo. El Chavismo le mostró al mundo que es posible acceder al poder por vías democráticas y aferrarse a él por cualquier método. Una vez se ganan las elecciones se hacen reformas para perpetuar una sólo doctrina y se elimina la posibilidad de que alguna otra pueda derrocarlo. El proceso ha sido lento, bien concebido, y hoy vemos cómo los escrutadores de la democracia venezolana no sienten vergüenza en tomar partido por uno de los contrincantes. Es evidente que todas las instituciones están cooptadas, que no hay derechos ni garantías para la oposición. Con esta manera de proceder la democracia está muerta. La Unasur, siempre fiel a la ideología y no a la democracia, sancionó a Honduras y a Paraguay por usar métodos constitucionales que afectaban a la izquierda; y hoy avalan el exabrupto venezolano que la favorece. ¿Alguien no entiende por qué hay afán de que las Farc entren en la política? ¿Alguien aún no ve la amenaza que ellos suponen para nuestra democracia? ¿Aún consideran que una paz abstracta-inalcanzable justifica una amenaza real y evidente a la democracia colombiana? http://www.elpais.com.co/elpais/opinion/columna/paloma-valencia-laserna/todo-vale

sábado, abril 13, 2013

Memoria selectiva

María Elvira Samper -a quien admiro y respeto- dice que quienes criticamos el proceso de paz tenemos memoria selectiva; ella presume de una claridad retrospectiva, posible sólo cuando se juzga el proceso concluido con la distancia del tiempo. Sostiene que somos duros con el proceso de La Habana y no vemos las fallas de Ralito. La linealidad cronológica exige que el proceso con los paras se comparara con el anterior; el del M19. En ese proceso Barco y Gaviria concedieron impunidad total, nada de verdad y mucho menos algo de reparación. Los otrora guerrilleros fueron elevados a las altas dignidades del Estado. Para arreglar sus diferencias se realizó una Constituyente -con una lánguida y parca participación popular- que terminó siendo infiltrada por los dineros de Pablo Escobar para derogar la extradición. Esa era la manera como se entendía la negociación con los violentos. La justicia que se le aplicó a Pablo Escobar fue La Catedral -que tan bien conoce el Min Carrillo- donde se delinquía y era Escobar quien mandaba. Esos eran los parámetros con los que se inició Justicia y Paz. Con esos precedentes es evidente que el proceso con los ‘paras’ pretendía un cambio sustantivo, establecía unos mínimos de justicia, verdad y reparación. Claro que había cesiones, pero en sí constituían un gran avance frente a lo que había vivido el país. Si Ralito se comparaba con el del M19, La Habana tiene que medirse con Ralito; frente al cual hay severos retrocesos: Uribe tenía las mayorías en el Congreso para aprobarlo como quería, sin embargo escuchó la crítica frente a la Ley de Justicia y Paz y el proyecto se transformó y mejoró. El Marco para la Paz, no atendió ninguna de las sugerencias de los opositores, que fueron tildados de enemigos de la paz. Recordará el país que ese Marco se aprobó el mismo día en que los beneficiarios -las Farc- intentaron eliminar a Fernando Londoño, líder de la crítica. El Presidente incitó a que se hiciera así sin esperar siquiera a que se enfriaran los dos escoltas muertos. Justicia y Paz tuvo muchas fallas que dieron lugar a que los ‘paras’ no fueran sancionados como se establecía; pero el nuevo Marco no corrigió los errores, ni mejoró los mecanismos; se limitó a consagrar la impunidad total. Y lo que es más grave; aún falta la negociación, que se iniciará con esa exagerada oferta del Gobierno. En los tiempos de Uribe, las instituciones democráticas enfrentaron el debate de Justicia y Paz, del lado de la justicia, la verdad y la reparación -como debe ser. Hoy vemos un espectáculo peculiar: el Presidente de la Corte Suprema de Justicia anuncia que la Justicia no puede ser obstáculo para la paz. El Fiscal General dice que prefiere ver a los guerrilleros en el Congreso y agrega que pueden hacer política porque no tienen condenas por delitos de lesa humanidad. Confunde la negligencia de la Fiscalía y la jurisdicción para condenar los actos de las Farc, con la ausencia de ese tipo de crímenes. Aquello exige que alguien asuma la defensa de los valores justos; pues el equilibrio de los poderes parece estar fallando. La Paz puede justificar muchos medios. El Gobierno anuncia la Paz y ofrece concesiones como si las Farc fueran capaces de otorgarla. Sin embargo, sabemos que terminada la negociación habrá suficiente violencia para no sentirnos en paz. Comprar la franquicia ‘Farc’ -el mero nombre- es un avance importante, pero no es la paz. El debate es cuánta justicia, cuánta verdad, cuánta reparación vamos a ceder a cambio de ese nombre. El límite es que las concesiones no sean incentivos para la violencia; que no den el mensaje a los otros grupos armados de que la violencia es un vehículo para la política, y que hay gobiernos laxos que les permitirán obtener beneficios para cesar su violencia. http://www.elpais.com.co/elpais/opinion/columna/paloma-valencia-laserna/memoria-selectiva

sábado, marzo 30, 2013

Popayán de los olvidos

El sonido de las timbas y los redoblantes es el corazón de la ciudad que palpita mientras sobre las calles se deslizan los Pasos de la procesión como si fueran su propia sangre. De vez en cuando, una trompeta lastimera gime como un pájaro cantando en el desierto. En un instante la nota de un violín es capaz de conmoverlo todo. A la majestad de la procesión se unen las caras felices de quienes desde los andenes la observan; trasportados a un tiempo donde los minutos discurren distendidos, donde la ciudad se hace grande, potente y aparenta todavía poderío. Esa Popayán está cada vez más rezagada en los confines de la leyenda, a veces parece haberse perdida en el tiempo para darle paso a otra ciudad. Esta nueva Popayán es una de las ciudades que más sufre, en esta ya atormentada Colombia. Tiene uno de los índices de desempleo más altos del país, con preocupantes indicadores de pobreza, con problemas de movilidad y de basuras, con dificultades de educación, jóvenes sin oportunidades, desplazados que llegan, delincuencia que afecta la seguridad y las Farc como un monstruo que asedia en la ladera. El país que la ignora y decide no mirarla; tampoco la ve. La siguen castigando por su gloria pasada y la juzgan con adjetivos duros para señalar que su destino es el resultado de esas características. Se le critica ser la ciudad de los ‘terratenientes’ como si ser dueño de la tierra fuera un crimen insuperable; y aún si lo fuera el país no nota que desde hace ya muchos años la mayoría de los terratenientes fueron despojados por el Incora de sus predios; para que pasaran a manos de indígenas, campesinos y poblaciones negras. El tránsito se hizo sin que nadie asesinara a esas comunidades; y si hubo muertos fueron los de algunos dueños de tierra que quisieron enfrentarse a las invasiones y al duro proceso de expropiación al que los sometió el Estado. Aún quedan mucho de esos ‘terratenientes’ sumidos en la ruina, pagando los impuestos de unas tierras que están invadidas por los indígenas; y que el Estado no compra. La nueva Popayán no tiene ya ninguna industria; ni aún la agrícola para mantenerse; ahora hay pocas reses, pocos cultivos, poca leche. El mayor empleador es el Estado, lo que ha convertido a las administraciones públicas en un despótico régimen, parecido al de la antigua Unión Soviética; el que no pertenece al partido no come. Así se van’ perpetuando una clase mafiosa que se ase al poder para el beneficio propio y el de su grupúsculo. Esta Popayán estuvo sitiada 14 días durante el paro cafetero. Sin acceso; los alimentos escasearon, se acabó la gasolina, la carencia de insumos médicos causó más de una muerte. El gobierno dijo fue que debían soportarlo, sería sólo unos días. Los popayanejos así lo hicieron. Cuando al fin el acceso a la ciudad fue posible, pocos estudiantes de la Universidad del Cauca mancharon las calles recién blanqueadas para la Semana Santa para manifestar su descontento. Los popayanejos debieron soportarlo. Estos son sólo ejemplos que dibujan cómo a esta Popayán le ha tocado ver cómo las vías de hecho siempre logran lo que se proponen, mientras la ciudad impasible sigue asentada en la falda de sus volcanes. En la Semana Santa, Popayán revive su espíritu de lucha, su actitud austera, su fe invencible en el futuro y la convicción férrea de que perdurará; pues en un año volverá su corazón a latir tan pronto como El Amo descienda desde Belén y sea recibido entre ramos por la ciudad. http://www.elpais.com.co/elpais/opinion/columna/paloma-valencia-laserna/popayan-olvidos

viernes, marzo 22, 2013

Crece la oposición

El Polo y el uribismo apoyaron la protesta de los cafeteros; los primeros consistentes con su posición adversa a los tratados de libre comercio, y los uribistas como crítica a una política macroeconómica insensible que ha permitido la excesiva revaluación del peso y la correlativa pérdida de la competitividad de los productos colombianos. La crítica al gobierno crece también en torno al proceso de paz. El expresidente Pastrana ha señalado su preocupación, pues el proceso se adelanta de espaldas al país y con la presión de la reelección. Se trata de observaciones importantes que demuestran que los señalamientos que ha venido haciendo el uribismo no se deben solo a una desavenencia política -como pretenden hacerlo ver algunos santistas- sino de cuestiones de fondo. Señala Pastrana que la presión que impone la reelección al ahora presidente-candidato Santos es inconveniente para el proceso. Santos confía en firmar antes de noviembre para presentar ese acuerdo como el resultado de su gobierno y aspirar así a la reelección. Eso lo sabemos todos, lo saben las Farc y sabrán ellos, también, aprovechar la coyuntura para exprimir de ella más y mejores beneficios. El deseo de concluir puede precipitar acuerdos y concesiones por parte del gobierno. Cederle a las Farc es muy costoso para la sociedad; una negociación mal hecha, demasiado generosa, daña la institucionalidad, debilita la ley y el Estado e incentiva el crimen. Además la injusticia de que unos narcoterroristas alcancen la impunidad y además la representación política, puede ser un terrible precedente para Colombia. El Mandatario conservador pidió caguanizar el proceso; pues muchos solo recuerdan los aspectos negativos de tal proceso. Pero hay que reconocerle al proceso anterior algunas ventajas frente al de La Habana. En el Caguán la sociedad colombiana sabía lo que estaba pasando; había participación e información. Dicen que esa pluralidad de voces e intereses impedía el avance de la negociación, y que en muchos explica su fracaso. Se dice, ilusoriamente, que el proceso de La Habana ha sido ágil y fluido. Como lo señala Juan Manuel Charry, el proceso de La Habana se inició en agosto de 2012, lleva más de 10 rondas, más de 65 encuentros y aún no evacúan el primero de los cinco puntos. Y a esto habría que sumarle toda la negociación que se hizo en la sombra, sin que el país supiera. Así que pese a la unanimidad, a los pocos negociadores, tampoco es fácil el acuerdo. Más aún, cabe preguntarse si una negociación hecha por unos pocos puede imponérsele al resto de los colombianos. Pastrana hizo un intento de paz serio que cumplía con la voluntad de sus electores quienes votaron para que el entonces mandatario intentara una salida negociada del conflicto. Santos, en cambio, fue elegido por quienes creían en Uribe; como una refrendación a las políticas uribistas que había cerrado la posibilidad de que los violentos aspiraran a negociaciones para obtener beneficios; se les ofrecía dialogo solo para discutir rebajas de penas y condiciones de reinserción con la condición de verdad, justicia y reparación. Se entienden entonces que Santos adelanta un proceso con poca legitimidad. Es un Gobierno que optó por un tipo de negociación que no apoyaba la democracia; es un motivo más de debilidad de quienes están en la mesa representándonos. http://www.elpais.com.co/elpais/opinion/columna/paloma-valencia-laserna/crece-oposicion

sábado, marzo 16, 2013

Nuevo Papa

La elección del nuevo Francisco nos ha llenado de emoción. Ya muchos han señalado su carisma, su manera de ser sencilla, humilde, franca, y somos muchos quienes nos hemos conmovido con sus palabras y sus actos. Su papado se anuncia desde ya como uno muy significativo que le devolverá a la comunidad católica el entusiasmo por su Pastor. Esta elección sucede en medio de circunstancias difíciles para el mundo y para la propia Iglesia atormentada por los escándalos de pederastia y los cuestionados manejos del Banco del Vaticano. Muchos consideran que el nuevo Papa está llamado a hacer trasformaciones de fondo en la Iglesia. Se habla prioritariamente de la necesidad de ajustar los planteamientos sobre aborto, matrimonio homosexual y uso de preservativos. En una escala menor, se discute la participación de las mujeres en la Iglesia y el celibato de los sacerdotes. Y aparece como última cuestión menor la del acercamiento a los fieles y la misión evangelizadora de la Iglesia. El Papa anunció su decisión de tomar este último aspecto como el esencial: acercar la Iglesia a la gente, posponer las discusiones internas, para cumplir con la misión de ayudar y acompañar la vida espiritual y material de los fieles. Se rumora que será severo con las exigencias que les hará a los cardenales a quienes invitó a llevar la Cruz de Cristo y tener una vida irreprochable. Incluso se especula sobre su decisión de que Bernard Francis Law -quien fuera señalado de encubrir a los religiosos pederastas cuando fungió como Arzobispo de Boston- tenga una vida en clausura. Se trata sin lugar a dudas de muestras de que los temas esenciales de la Iglesia serán atendidos de manera adecuada; pues en sólo tres días el Papa ha mostrado decisión, sabiduría y carisma para trasformar aquello que debe cambiar. Algunos ya se quejan de que este Papa no sea un revolucionario y altere la doctrina sobre los temas que ellos consideran retardatarios. Es curioso advertir que quienes más lo piden son quienes están por fuera de la institución católica; y que lo exigen no como condición para volver a ella, sino como requerimiento para tolerarla. Algunos de esos -que se sienten tan sapientes como para querer imponerle sus ideas a una institución a la que no pertenecen ni respetan- ahora calumnian al Papa. A los anticlericales les fastidia el maravilloso efecto de felicidad que ha causado la designación de Francisco; les molesta que se revivía la efervescencia y unión que ha causado el nuevo Papa. Sobre el afán reformatorio cabe preguntarse si la institución que a cuyo cargo ha estado una tradición milenaria puede transformarse de un día a otro. Más aún, si tiene algún valor la función de la tradición que es precisamente la solidez y la seguridad de lo que no cambia; es aquello inamovible en un mundo que naufraga. Además conviene advertir que muchos de estos asuntos no están resueltos en las sociedades; siguen abiertos a los vaivenes de la política y la opinión. Cambiar no es un acto de decisión; es un camino. El Papa latinoamericano tiene sobre hombros el destino de la Iglesia y se espera de él una acción a favor de las economías emergentes y pobres. Tendrá que ser como ha sido, un hombre que lucha por seguir en sendero de Cristo, sin dejarse tentar y utilizar los las fuerzas oscuras. No faltan los demagogos oportunistas latinoamericanos que pasan -sin solución de continuidad- de criticar la institución católica, para ser sus más fieles seguidores, incluso artífices de la elección de Papa. http://www.elpais.com.co/elpais/opinion/columna/paloma-valencia-laserna/nuevo-papa

viernes, marzo 08, 2013

Santos No

Era de esperarse que el presidente Santos empezara a perder popularidad. Las encuestas lo favorecieron mientras la gente se percató de que se había apartado del proyecto político que lo eligió. Algunos aún se preguntan porque la mayoría de los colombianos no estamos satisfechos con el gobierno Santos; si según ellos mismos interpretan, este no se ha alejado de las políticas de Uribe; sólo de la persona. Santos es un mandatario impredecible; es así como sería demasiado insistir en que continúa algo. La consistencia no preocupa a este gobierno. Ataca a los cafeteros con la fuerza pública y se niega a negociar con los campesinos del café porque han recurrido a vías de hecho; pero al mismo tiempo puede negociar con las Farc, incursas en métodos violentos. Habla con fuerza contra los violentos desde el Caguán, y desde la Habana les ofrecen tramitar las reformas legales y constitucionales que sugieran al firmar la paz. Las políticas de Santos son volubles; sujetas a los vientos de la opinión a los porcentajes de las encuestas; azarosos e imprevisibles. Esa imposibilidad de anticipar sus decisiones muestra que no sigue ningún proyecto. Y si en sus acciones es indescifrable, en su discurso es peor. Nuestro Presidente tiene gran facilidad para no decir la verdad; la retuerce, la esconde e incluso miente cuando lo considera necesario. Siempre busca la ambigüedad, la manera de no tomar posiciones para quedar bien con todo el mundo. No es posible saber que piensa, hacia donde va. Santos nos devolvió al centralismo. La reforma a las regalías que desdibujó el esfuerzo por hacer a los gobiernos locales responsables de sus decisiones. Lo que es peor, es evidente su desconexión con la provincia, la manera despótica con la que se la mira. Es el viejo y conocido gobierno bogotano; que mira la periferia como un sórdido mundo inferior, cuyo mayor valor es el mero territorio, y entiende las obligaciones del Estado como generosas concesiones y regalos. Este gobierno además es insaciable: no le bastan las regalías nutridas por el buen precio de las commodities; ni el aumento del recaudo tributario. La reforma del Estado no ha mostrado su utilidad, se limitó a crear más burocracia. Le bajó impuestos a las empresas, pero se lo trasladó a las personas asalariadas. No respetó la decisión del congreso de bajar la gasolina y en un par de mes la devolvió a los precios anteriores. Todos esos recursos, inmensos, fruto del trabajo de los colombianos, se guardan sin que se ejecuten las obras. Algunos sospechan que se trata de una estrategia almacenar los recursos y utilizarlos sólo al servicio de la reelección; no lo creo. Se trata de una incapacidad de mover el Estado y de ejecutar las obras que le corresponden. Tiene este gobierno una idea de lo que debe ser y pretende imponérnosla como una verdad. Se siente con una supremacía sobre los demás; tanto así, que decidió no respetar el mandato de los electores. Sólo alguien que se siente superior a la democracia, a la gente, es capaz de reemplazar el mandado ciudadano por el propio. Se atreve el Presidente a decirnos que nuestras percepciones son erróneas; sostiene, por ejemplo, que si nos sentimos inseguros, es porque no conocemos los resultados de su gobierno. Los buenos gobiernos no necesitan de publicidad para ser aplaudidos; la buena política la deben sentir los ciudadanos en su vida. Santos es aplaudido en Venezuela, porque sus políticas se parecen más a las de Chávez que a las de Uribe. http://www.elpais.com.co/elpais/opinion/columna/paloma-valencia-laserna/santos

sábado, marzo 02, 2013

Mala semana

Los cafeteros tienen la razón. Dice el Gobierno que ha cumplido con los subsidios, pero eso es lo menos importante. La verdadera causa de esta crisis es la revaluación del peso colombiano: la enfermedad holandesa. Esa no es una causa exógena, como pretenden sostener los defensores del Gobierno, ni es una contingencia pasajera o casual. Se trata de una pésima política cambiaría, que ha menospreciado la importancia de la tasa de cambio. Cuando Colombia apostó por una economía con un pilar en la minería y el petróleo, era previsible que el fenómeno de la revaluación nos afectaría, más aún en el contexto de una economía abierta. Sostienen los amigos del Gobierno que la política cambiaria no puede ser una variable definitiva a la prosperidad económica. Sin embargo, todos los países en vía de desarrollo y las grandes economías tienen políticas monetarias agresivas. Nuestras medidas fueron tan malas que nuestra moneda fue una de las más revaluadas de mundo. La función encomendada al Banco de la República de controlar sólo la inflación -como si fuera la única variable macroeconómica significativa- tenía sentido en las épocas donde América Latina sufría de hiperinflaciones. En el contexto moderno semejante restricción es ilusoria. La escuela de Chicago ha mostrado cómo el crecimiento económico requiere e implica inflaciones un poco más altas. Además, la atención exclusiva a la inflación sirve como pretexto para soportar la excesiva revaluación. La macroeconomía tiene que preocuparse de la capacidad adquisitiva de la moneda, pero tiene que atender sobre todo al crecimiento. Por eso las funciones del Banco de la República tienen que redefinirse. Ampliarse para garantizar el crecimiento económico, una balanza comercial positiva y una inflación con metas coherentes a ese desarrollo. La crisis de los cafeteros es el preludio de una crisis mayor que parece acercarse a muchos sectores de la economía real, destruidos por la revaluación. Este gobierno se merece el paro, está más que justificada la protesta social, pero pretende desfigurarlo aduciendo que los políticos que lo apoyan hacen parte de la oposición. Muestra otra vez el Gobierno su desagrado por la falta de unanimidad nacional. Habrá que recordarle que la política es una forma más de expresión social, y que aun sin esos apoyos las realidades sociales serían las mismas: más de 500 mil familias no tienen sustento. Pero el Gobierno no acepta críticas. A los cafeteros les exige cesar las vías de hecho para negociar. En mi opinión, las vías de hecho jamás pueden ser justificadas, pues lesionan a los ciudadanos de esas ya afectadas regiones. Sin embargo, sorprende que sea esta la condición del Gobierno, pues este mismo cedió a las vías de hecho de los transportadores y de los estudiantes. Más aún, este gobierno no les exigió nada a los terroristas de las Farc para negociar, ni el valor de unos subsidios, sino el futuro mismo del sector agropecuario. El presiente Santos dijo que para la paz de Colombia necesitábamos a Chávez. En vista de que el Mandatario venezolano ya no está, Santos le ha encontrado reemplazo en Piedad Córdoba. Saldrá nuestro Mandatario al lado de la Marcha Patriótica a ondear las banderas de una paz con impunidad para el mayor cartel del narcotráfico, para los asesinos y secuestradores, para quienes destruyen la vida de los campesinos y los habitantes de los pueblos de Colombia. Saldrá Santos a respaldar la tesis de que las Farc están por encima de las leyes de nuestro país y del mundo. http://www.elpais.com.co/elpais/opinion/columna/paloma-valencia-laserna/mala-semana

sábado, febrero 23, 2013

Impredecible

El presidente Santos insiste en que se levantará de la mesa de negociación en cuanto vea señales de que las Farc no quieren la paz. Su ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, hace casi todos los días duras declaraciones sobre las acciones terroristas y destructivas de las Farc. No es fácil descifrar cuáles son las señales que el Presidente atiende para medir el ánimo de paz, pues es claro que no son las que padecen los colombianos. ¿Será que el Presidente piensa como los amigos del proceso de paz, quienes insisten en que los actos criminales de las Farc no afectan el proceso, pues la negociación los admite? Negociar sin cese el fuego, según dicen, autoriza esas acciones, las blinda contra las críticas. Sigo sin entenderlos. Se nos dijo que las Farc tenían intenciones de paz, sin que sea claro aún qué quiere decir eso. El sentido común indicaba algo así como que habían comprendido que la violencia no los llevaría al control del Estado colombiano, que de alguna manera entendían que la violencia no lleva a nada. Lo que estamos viendo los colombianos es justo lo contrario. Es un grupo en pie de lucha, con la decisión de aumentar la violencia para obtener más y mejores beneficios. No una negociación que nos acerca a la paz, sino una que entroniza la violencia como un mecanismo eficaz. Sería bueno que Santos precise cuáles son esas señales que necesita para levantarse de la mesa. } Pero no sólo los ciudadanos somos incapaces de predecir y comprender a nuestro Mandatario. La crisis en la mesa de negociación muestra que las Farc tampoco pueden hacerlo. Santos estableció la mesa dándole de entrada concesiones a las Farc: se sentaron como reconocidos defensores de la justicia social y de los campesinos colombianos. Luego, el mismo Presidente da declaraciones en el Caguán, donde denuncia con la verdad los crímenes y los abusos de esa organización criminal. Por supuesto, las Farc no lo entienden. Lo digo sin estar de acuerdo con ese proceso, que como he dicho, me parece un error histórico que ya le ha costado mucho al país. No se puede llevar un proceso con señales ambiguas, pues se rompe la confianza. La imposibilidad de descifrar al Primer Mandatario no le hace ningún favor a la democracia. Para el póquer, que los contertulios no puedan anticipar en nuestro juego es una gran ventaja; la sorpresa es un factor importante del triunfo. Pero otro, muy distinto, es el escenario democrático donde la capacidad de predecir las acciones de un gobernante hace parte de la seguridad jurídica. La opinión pública debe tener un alto grado de certeza sobre lo que va a pasar, pues eso impacta directamente sus decisiones sobre negocios, inversiones, gastos… El Presidente tiene que entenderlo; gobernar no es de ambigüedades y sorpresas. Por el contrario, exige posturas claras y coherentes. Debe fijar límites precisos, y dárselos a conocer a la opinión pública para que sea posible anticipar sus decisiones. Además de esta característica que impide siempre predecir las decisiones del presidente, Santos tiene una peligrosa debilidad por las encuestas. Cada vez que baja toma una decisión abrupta con el propósito de impactar la impresión de los ciudadanos. Esta estrategia adolece del mismo problema ya explicado. La alta política tiene principios, no es acomodaticia ni voluble. Los cambios abruptos pueden generar un impacto favorable en el corto plazo, pero en el largo plazo esta tendencia genera incertidumbre y lesiona la democracia. http://www.elpais.com.co/elpais/opinion/columna/paloma-valencia-laserna/impredecible

sábado, febrero 16, 2013

Sin el pan y sin el queso

La situación económica del país no es la mejor. Las cifras muestran una contracción de la producción industrial y se anuncian recortes de personal. Varios sectores, entre ellos el manufacturero, ven cercana una crisis. Desde hace un tiempo, varios expertos manifestaron preocupación por los efectos de la enfermedad holandesa. La cantidad de dólares que produce la minería iba a generar, como sucedió, una revaluación del peso. Fuimos la moneda más revaluada de la región y entre las más altas del mundo. Los productos colombianos perdieron competitividad. El Banco Central no tomó medidas agresivas. Fue lánguido en la compra de dólares y mantuvo altas las tasas de interés. Las bajas tasas en el exterior estimularon a las empresas colombianas a tomar créditos en dólares, lo que aumentó la ya excesiva presencia de divisas en el país. El resultado previsiblemente era el que hoy tenemos. Si bien el Banco se defiende y dice que cumple con su misión de controlar la inflación, el Gobierno no tiene defensa. Bien podría haber tomado medidas, incluso reformado la ley que le impone las funciones al BanRepública para ponerla a tono con las necesidades que una economía abierta, con varios TLC en operación y otros tantos en proceso. La política cambiaría en sí misma no determina el buen ritmo de las exportaciones e importaciones pero es un elemento clave. Nuestro Gobierno consideró que no era prioritario a pesar de que países en vía de desarrollo como China, incluso economías sólidas como la de EE.UU. tienen en estricto control su tasa de cambio, y vecinos con economías similares a la nuestra como Perú, se esfuerzan por controlar las revaluaciones. Ahora, cuando la crisis es inminente, el presidente pide acciones. Tarde. Como era de esperarse el agro tampoco anda bien. Este es uno de los sectores más vulnerables al libre mercado pues en todas las naciones desarrolladas tiene subsidios que hacen nuestros productos poco competitivos. Se requerían planes, políticas consistentes que le dieran al sector facilidades para la inversión y el desarrollo. El Gobierno también falló en eso. La crisis de los cafeteros es dramática y a ello se une la de los arroceros y otros sectores agrícolas agobiados por la triangulación de productos desde los países vecinos que están llevando los precios a unos límites insostenibles. Ha habido marchas para pedirle al Gobierno que actúe y tome medidas pero las respuestas han sido escasas y esquivas. Apuntarle a una economía minera era una apuesta peligrosa. Estos eran los riesgos y como si no hubieran sido previsibles, este gobierno los desatendió. Y lo que es peor, los recursos enormes de la minería -que hoy lesionan la estabilidad económica- tampoco los hemos visto. La reforma al sistema de regalías le quitó el dinero a las regiones y apenas ahora empieza a estar disponible, intermediado por mecanismos centralistas. El Gobierno Nacional poco o nada ha ejecutado y esa incapacidad también lesiona la economía. Las obras públicas -que son un motor de desarrollo en el país- están paralizadas, lo que significa crisis en varios sectores. Y qué mala hora, el precio de las commodities ha empezado a descender. Y para cerrar el cuadro, la minería de carbón, una de nuestras principales exportaciones -la segunda después del petróleo-, está paralizada: Cerrejón con una huelga y la Drummond con una sanción. Así que además de la crisis industrial, de construcción y agraria, tenemos una crisis minera. http://www.elpais.com.co/elpais/opinion/columna/paloma-valencia-laserna/sin-pan-y-sin-queso-0

sábado, febrero 09, 2013

¿Para qué Uribe en el Senado?

Uribe fue elegido con dos mandatos: por una parte restablecer la seguridad de los ciudadanos y por otra acabar con la politiquería. La descomposición del conflicto le imponía al Estado la obligación de actuar: los otrora insurgentes se convirtieron en los herederos de Pablo Escobar. Empezaron a usar los cultivos y las rutas; y también los mecanismos terroristas y corruptores que caracterizan a los carteles. Las Farc eran entonces, como son hoy, el mayor cartel de cocaína del mundo. Colombia venía esforzándose por derrotar el narcotráfico; fueron inmolados muchos colombianos, que aún nos duelen como Galán y Lara Bonilla. Consideraban, entonces, que no podíamos ceder ante el poder corruptor y terrorista del narcotráfico. Uribe tenía el mandado de recuperar a través de la Fuerza Pública el control del territorio. En aquel entonces era dudoso que pudiera hacerse; todavía nos sentíamos vencidos y arrinconados por la violencia y el narcotráfico. La seguridad democrática demostró que los esfuerzos por recobrar la presencia del Estado sobre el territorio nacional, favorecían la seguridad de los colombianos. En eso Uribe cumplió y cambió la manera como se entendía hasta entonces la función del Estado frente a los violentos. Esa gesta parece ahora descomponerse ante nuestros ojos, los mafiosos de las Farc ahora hablan de legalizar algunos cultivos y de participar en política. ¿Por qué no tranzamos con Pablo Escobar, o con los Rodríguez Orejuela? Muchas muertes y violencia nos habríamos evitado. ¿O es que la cocaína envuelta en hojas de ‘El Capital’ de Marx se purifica? Cumplió Uribe con el legado de los mártires de la democracia colombiana, y con la exigencia de quienes consideramos que hay principios que no se negocian: el crimen debe ser castigado: así lo establece la ley de Colombia y del mundo. La otra faceta de la elección de Uribe mostraba un deseo que sigue presente entre los colombianos; el fin de la politiquería. El presidente Uribe fue elegido por la inmensa mayoría, sin ayuda de los partidos ni de los políticos; estos llegaron a última hora y se subieron al gobierno. Uribe los dejó gobernar a su lado con los resultados que ya conocemos. La posibilidad de que Uribe vaya al Senado, le abre al expresidente la oportunidad de defender desde el Legislativo sus logros en seguridad y su lucha contra el crimen. Además, y sobre todo, le otorga la posibilidad de reformar el Congreso y darle a Colombia la reforma política que añora. El presidente Uribe representaba y sigue representado la esperanza de que el Estado sea capaz de actuar: que esté del lado de quienes cumplen la ley y haga que quienes la infringen vayan a la cárcel. Es ahora, como antes, la esperanza de que la política se transforme y hacer las reformas legales que requiere la nación. El sólo anuncio de que Uribe regresa a la política, empezó a producir buenos efectos. Los partidos están buscando mejores candidatos. Y los vicios clientelistas han alejado de Uribe a esos políticos que sólo son afectos al poder. Se trata de personajes que no tienen ideología, que limitan su labor parlamentaria a burdas transacciones con el Ejecutivo que les permitan reelegirse. Esa es una ventaja de no tener poder, se depuran los aliados. El presidente Uribe no estará con los políticos, como no estuvo en sus elecciones; y no le hará falta porque tiene el respaldo de los colombianos. Le quedarán todos esos viciosos políticos a la Unidad Nacional; y los colombianos podremos decidir en las urnas derrotarlos. http://www.elpais.com.co/elpais/opinion/columna/paloma-valencia-laserna/para-uribe-senado

sábado, febrero 02, 2013

La lealtad a los principios

La arremetida violenta de las Farc es una consecuencia previsible de las negociaciones de La Habana. Un proceso que les otorga desde ya un escenario para que se exhiban como promotores de la equidad y la justicia social del campo, iba a tener consecuencias. Tienen montada una farsa para presentarle a la comunidad internacional. Pero al interior del país han decidido negociar con la técnica que les dio rédito ante los ojos del Gobierno: la violencia. Las Farc ahora asesinan, secuestran militares y civiles, decretan paros armados y vuelan pueblos con la certeza de que eso les dará mejor posición para negociar, es casi una extorsión. Eso también lo entendió el ELN, desaforado ahora en acciones terroristas para hacerse espacio en la mesa de negociación. Todos queremos la paz, no existe un colombiano que no la añore; pero cómo nos acercamos a ella determinará si podremos o no alcanzarla. Es un mensaje equivocado mostrarles a los violentos que somos capaces de olvidarlo todo, de dejar sin ningún sentido la ley, a cambio de que cesen la violencia, pues los delincuentes entienden que entre más violentos sean, más rápido y más cosas estaremos dispuestos a ceder para que se detengan. Durante el gobierno Uribe muchos llegamos a concluir y comprender que la debilidad estatal genera violencia. El Estado sólo se legitima por el permanente ejercicio de la justicia para que los ciudadanos cumplan la ley. La defensa de la población es un deber del Estado, pero es sobre todo la única forma de mantener la paz. Las faltas del Estado se suplen por poderes terribles y nocivos. Las acciones del Estado deben procurar incentivar los buenos comportamientos de los ciudadanos; es riesgoso y equivocado que los beneficios se les otorguen a quienes no respetan la ley, porque entonces es cada vez más difícil que alguien la cumpla. Se trata de una visión coherente y sensata que comparten muchos colombianos. Por eso, tenemos que celebrar que en Santa Marta se haya iniciado la presentación oficial de los candidatos del uribismo. Son figuras muy significativas en el panorama nacional y que durante este año tendrán la oportunidad de presentarle a la opinión pública sus propuestas sobre los grandes asuntos que afectan a la Nación. Seguramente el sector del uribismo prestará enorme atención a ello, pero estará pendiente de que los candidatos muestren lealtad a los principios que inspiran al movimiento que dirige el expresidente. Sugieren algunos columnistas que los uribistas exigimos una lealtad que sólo sería comparable a la de las estructuras mafiosas. Una lealtad personal, que se le ofrece al padrino sin crítica, sin cuestionamientos, que impide el desarrollo de ideas en el ceño del grupo. Aquello coincide, de cierta manera, con lo expresado por el exembajador Silva Luján, según lo cual no entiende cuáles son las razones para que Uribe esté molesto con Santos, quien simplemente -según Silva- ha seguido las líneas ideológicas del uribismo y que las diferencias corresponden al libre ejercicio de su gobierno. Los comentarios deben corresponder a la ironía, pues mal podríamos suponer que el exembajador y prestigiosos columnistas realmente no comprendan de qué se trata el debate entre Uribe y Santos. La lealtad de los principios tiene una medida simple y evidente: la predictibilidad. Si alguien se comporta de acuerdo a los principios que comparte con un grupo, en general, el grupo tiene la capacidad de predecir cómo va a actuar en determinadas circunstancias. http://www.elpais.com.co/elpais/opinion/columna/paloma-valencia-laserna/lealtad-principios

sábado, enero 26, 2013

Una queja al cielo

Las cláusulas de permanencia de servicios de internet, telefonía y televisión son un negocio excelente: el usuario recibe una rebaja por la instalación y tal vez un par de meses gratis de servicio y firmado el contrato la obligación cesa para las empresas y sólo subsiste para los usuarios obligados a pagar y soportar. El usuario está amarrado y puede envejecer presentando quejas contra la calidad del servicio sin que eso tenga consecuencias contra las empresas. Y si ya desesperado pretende cancelar no tiene que pagar prorrateado el costo de instalación y los dos meses; sino que debe todas las mensualidades restantes; no vaya a ser que además del cliente, se pierda la plata. Valdría prohibir las permanencias para que la competencia y la flexibilidad obliguen a mejorar la calidad de los servicios; pero eso no se les ocurre a los vigilantes (aunque la SIC acaba de multar a Telmex por éste ya continuó abuso en lo que se refiere a televisión). Cancelar los servicios es una proeza que muchos no logran. En unos provedores -como SuperCable- no reciben cancelación telefónica, ni fax; se requiere una carta por correo certificado. Otros como ETB crean una prueba de esfuerzo: se debe soportar por mucho más de 40 minutos un discurso donde sólo se hace evidente que uno estaba tumbado; que estaba pagando muchísimo más. Pero el abuso mayor se ejecuta con la anuencia de la Resolución 366 de las SIC: para cancelar un servicio los usuarios tienen que coincidir con los periodos de facturación de las empresas. Si usted, por ejemplo, presenta una cancelación el 22 de diciembre tiene que esperar hasta el 31 de enero para que se haga efectiva; y para DirectTV si cancela el 19 de diciembre aquella se ejecuta el 19 de febrero. Sí, señor, qué importa que no tenga cláusula de permanencia: pague y espere porque la SIC consideró que las empresas no tienen porqué apresurar las cancelaciones. ¡Ni más faltaba! Eso de las cancelaciones en máximo 24 horas para respetar los derechos de los usuarios es sólo para los países desarrollados. La pobre ETB asediada por tantos problemas, ha tenido que optar por unas medidas, digamos, inusuales para mantener la clientela. Por ejemplo, como sus líneas son viejísimas exigen que la cancelación se haga por los desaparecidos titulares. Después de conversar al menos 40 minutos con alguien inepto, el usuario descubre que si es un arrendatario no tiene derecho a cancelar la larga distancia; necesita autorización del ‘titular de la línea’ y como ya no existe y sólo requiere una autorización del propietario del inmueble y un certificado de tradición con no más de 30 días. Así que queda obligado a pagar indefinidamente sus ‘económicos’ planes. Y qué decir de interponer una queja ante las empresas: la página de SuperCable no funciona, y en ETB escogen qué se puede radicar; pues si la queja es frente a los trámites que exige la empresa, eso no se radica porque ellos pueden tener los trámites que gusten; qué tal. Y la SIC que no recibe quejas si las empresas no han contestado; y como esas ni siquiera las reciben: que los usuarios no se quejen. Parece un chiste, pero esta es la realidad: los colombianos estamos a merced de una mala regulación y tenemos sólo derechos ineficaces. Estos son servicios que se ha convertido en necesidades inminentes de los ciudadanos, y no existe justificación para que los entes encargados del control y la vigilancia permitan violaciones tan flagrantes de los derechos mínimos de los colombianos. http://www.elpais.com.co/elpais/opinion/columna/paloma-valencia-laserna/queja-cielo

sábado, enero 19, 2013

Más costos del proceso

El ELN estuvo en la Habana y el gobierno castrista los devolvió porque no había autorización del gobierno Santos. El ELN volvió al país y se alista para hacer puntos y lograr un espacio en la mesa de negociación. Ataca la infraestructura, comete actos terroristas y secuestró nacionales y extranjeros para visibilizarse. Lo que está pasando es otra costosa consecuencia visible del proceso de paz. Advertimos desde el inicio de estos diálogos con las Farc que las concesiones contra los violentos -o las meras promesas- tienen un efecto muy negativo para el país. El mensaje que dio el gobierno es claro: el primer cartel de drogas, los mayores secuestradores, que construyeron y custodiaron campos de concentración para retener a los soldados y policías del país -torturados y amarrados a los árboles-, que volaron pueblos y asesinaron tantos colombianos, ahora por haber persistido durante 50 años en esa violencia, están en la Habana exigiendo la comparecencia de los ministros, decidiendo cómo debe ser el desarrollo territorial del país, examinando cómo y cuándo quieren participar en política. El mensaje lo reciben los otros grupos armados, que de inmediato buscan la manera de obtener el mismo o mejor tratamiento. No hay que ser ningún genio para entender que los otros grupos, entre ellos el ELN, buscarán la manera de parecerse a las Farc, superarlas de ser posibles, para obtener esas mismas concesiones. La debilidad institucional no es un juego; darles réditos políticos a las Farc o a los violentos, no nos acerca a la paz -como pretender hacerlo ver algunos- por el contrario nos aleja. Cada grupo hoy se siente envalentonado para persistir en el terrorismo y el delito, pues al final, podrá tener un final como el de las Farc. La famosa tregua de las Farc mostró el eventual resultado de una firma de paz. Hubo un ataque organizado por las Farc casi cada cuatro días. El mismo grupo o la disidencia estuvo comprando armas; así lo reportó un militar de alto rango del Ecuador, y estuvieron planeando atentados terroristas contra Bogotá, como lo denunció el general León Riaño. El mapa de los ataques muestra una prevalencia de la violencia en el Suroccidente -sin desestimar lo acaecido en Norte de Santander donde fueron asesinados varios comandantes de policías. Aquello parecería indicar que son ciertas las denuncias según las cuales los frentes del Suroccidente no están interesados en la negociación y que no se sienten representados por los cabecillas que están en la Habana. Dicen que la tregua fue un éxito, sin embargo la violencia -o la percepción de ella- no disminuyó. Las Bacrim, el ELN y otros voluntarios continuaron en la tarea de atormentar la vida de los colombianos. Seguimos en medio de los ataques, los muertos, los secuestros, los desplazados aumentan en el Chocó y en los barrios de Cali y Medellín. Nota: Un caso similar, mucho menos dramático, es el de Argelia donde los extremistas islámicos pretenden canjear los secuestrados por presos de sus organizaciones terroristas (en una especie de canje humanitario) ¿Será que el mundo acepta la extorsión? ¿Será que estos terroristas terminarán en la ONU decidiendo algún tipo de política internacional? Curioso que esos mismos personajes que se oponen a negociar con terroristas, celebren que nuestro gobierno lo haga. ¿Por qué será que para ellos aspiran a unas cosas y a nosotros nos recomiendan las contrarias? http://www.elpais.com.co/elpais/opinion/columna/paloma-valencia-laserna/costos-proceso

sábado, enero 12, 2013

¿Y el proceso de paz?

Una de las muchas razones que hemos sostenido quienes nos oponemos al proceso de paz que estableció el Gobierno con las Farc, es que aquel no nos llevará a la paz y que aún así tendrá un costo alto para los colombianos, porque debilita la legitimidad del Estado para imponer la ley y combatir el crimen. Haberle dado protagonismo internacional a las Farc, haber accedido a dialogar sobre los grandes temas del desarrollo del país, legitima el accionar violento y le otorga al narcoterrorismo réditos políticos. Este costo ya lo estamos pagando, y ya, también, empiezan a verse los primeros síntomas que muestran que el proceso no va bien. La carta de donde Mauricio Jaramillo, a nombre de las Farc, precisa el alcance de lo que ha sido el proceso entre ese grupo y el Gobierno, muestra que la confianza que tiene el Gobierno es injustificada. La carta deja muy mal parado al hermano mayor del Presidente de quien dicen que es como “todo miembro de la alta burguesía nacional que se respete, el señor Enrique Santos pasa más tiempo en Miami que en su propio país, del cual no obstante se considera uno de sus propietarios exclusivos”. Advierte que su gestión en el proceso es la de un “subordinado” cuyas decisiones y compromisos eran ignorados con displicencia por el jefe negociador. A este, Sergio Jaramillo, tampoco le va bien, pues dicen: “El tipo clásico del arrogante y presumido, siempre empeñado en hacer sentir su importancia, especialmente a los de su propio equipo”. Se suma el efecto que tendrá de la desaparición de Chávez. Es incuestionable que Chávez jugó un papel definitivo en concretar a las Farc para que se sentaran con el Gobierno. El chavismo sin Chávez no tendrá interés en el proceso, pues su prioridad será conservar el poder. Parecería evidente que dentro de la coyuntura de la fragilidad de Chávez o su inminente muerte, la voluntad popular les resultaría favorable. Sin embargo, los chavistas -seguramente- tampoco saben si Chávez se recuperará o no, ni aún el tiempo que tardará en morir y volver. Tendrán, también, dificultades en ponerse de acuerdo sobre un solo nombre, entre los líderes y sectores que conforman el chavismo. De todo aquello hay, pero tal vez, el asunto más difícil es que un líder carismático es muy difícil de remplazar. Aquello requerirá un esfuerzo sustantivo, y que por lo tanto le quita toda la importancia a la negociación colombiana ante los ojos de chavismo. La Habana y su régimen castrista disminuido en su importancia, habían encontrado en el proceso una vitrina para ganar visibilidad ante la comunidad internacional. Pero la eventual desaparición de Chávez cambia las prioridades de los cubanos. Es bien sabido que el régimen cubano vive del petróleo y sin él tendrán muchos problemas económicos. Será para ellos ahora una prioridad ayudarle al chavismo a mantener el poder y dejarán de prestarle atención a la negociación. Finalmente, las declaraciones de Sigifredo López, que sostiene que el Gobierno está negociando con el 30% de la organización y que los frentes del Suroccidente no hacen parte del proceso. Aquello coincide con las informaciones anteriores a la negociación, donde se decía que la estructura de las Farc estaba rota. También con aquella situación de la cual fuimos testigos los colombianos: los comandantes desde La Habana decretaron una tregua que no fue obedecida por los milicianos, ni sus comandantes. http://www.elpais.com.co/elpais/opinion/columna/paloma-valencia-laserna/y-proceso-paz

sábado, enero 05, 2013

Preguntas para este año

El año se inicia con muchos retos que no serán fáciles de resolver, pero sobresalen algunos. Los problemas de la economía estadounidense determinan el comportamiento de las economías latinoamericanas, de las cuales el país del Norte es un socio comercial principal. Si bien Obama avanza en la aprobación de alivios concertados con el Congreso cabe preguntarse, ¿cómo podrán conciliarse diferencias ideológicas de fondo, que son el sentido mismo de la existencia de dos partidos? Más aún, con la victoria de los demócratas, ¿las políticas de corte asistencialista -que pretende el Mandatario- agravarán el déficit fiscal aún más? ¿Podrán los EE.UU. soportarlo? El 10 de enero se ha convertido en una fecha de gran importancia en Venezuela; la oposición insiste -y con razón- en que el país debe conocer la verdad sobre el estado de salud del Presidente. Sin embargo, los chavistas -fieles a los regímenes que les gusta el misterio y que se soportan en estructuras personalistas del poder- ocultan la realidad, distorsionan la información y mantienen al país sumido en la incertidumbre. ¿Qué pasará si Chávez no se posesiona? ¿Hasta cuándo podrá el chavismo ocupar el poder sin haber posesionado al Presidente? ¿Cómo podrá la oposición lograr que se respeten los procedimientos democráticos y se realicen elecciones cuando la estructura institucional ha sido reformada y condicionada para ser leal a la revolución ‘bolivariana’? En el escenario también estamos ad portas de elecciones en Ecuador donde Correa -pese a los escándalos que ha provocado su insistente manera de violar la libertad de expresión- inicia la carrera presidencial como favorito. En Colombia todavía recordamos la gravedad de los indicios del computador de ‘Raúl Reyes’, donde se mostraba su apoyo al grupo terrorista y la financiación de su campaña con dineros provenientes de las drogas, el secuestro… ¿Qué es lo que mantiene a Correa en sintonía con los ecuatorianos? En Chile, Michelle Bachelet parece favorita; su llegada pondrá a prueba las protestas estudiantiles. Aquellas aparecieron frente al gobierno de derecha, pese a que la estructura de las universidades y la educación llevaban mucho tiempo así. ¿Protestarán los estudiantes contra la Bachelet; o eran protestas contra el ejercicio del poder de una ideología que no comparten? En Colombia hay que reconocerle al Gobierno un esfuerzo en los últimos días por combatir la delincuencia en el país, haber aprobado el fuero militar e intentar mostrarse contundente militarmente contra las Farc. Sin embargo, sorprende que el Presidente insista en atribuir el sentimiento de inseguridad con el que vivimos los colombianos bajo su gobierno, a una percepción injustificada. Hoy en día los violentos han recuperado el control sobre bastas áreas del territorio. Ahí, con sus armas, dominan y mandan. No hay tantos muertos, porque no hay enfrentamientos; el Ejército no llega y los civiles deben someterse a ese poder ilegal: obedecer sus órdenes, su mando, incluso someterse a los decretos de paro armado. ¿Esta disminución de los homicidios significa seguridad? Y continúan las negociaciones para otorgarles poder político a los violentos; ¿se convertirán los otros grupos armados ilegales en sucesores de las Farc, para que dentro de 50 años de lucha también otros gobiernos débiles les otorguen beneficios? ¿Se consolidará la violencia como mecanismo para obtener efectos políticos? ¿Vamos a seguir por la senda de que los violentos nos dicten las políticas estructurales del país? http://www.elpais.com.co/elpais/opinion/columna/paloma-valencia-laserna/preguntas-para-este-ano