Columnas de opinión y análisis de la actualidad de Colombia publicadas los sábados en el periódico EL PAÍS - Cali


sábado, marzo 17, 2007

La orfandad Latinoamericana

Con ocasión de la visita del Presidente Bush vale la pena hacer algunas reflexiones sobre las relaciones de E.U. y la América hispánica. Señalan acertadamente los críticos que los “gringos” no están preocupados por nuestros intereses sino por los suyos propios; y que en consecuencia en cada negociación defienden de manera egoísta sólo lo que les conviene. Pero que esto sea así, no significa que E.U. pueda ser catalogado como una nación abusiva. Más bien se trata de dos cosmovisiones distintas.

Dos herencias nefandas nos quedaron de la época colonial española: la mentalidad de colonia y el paternalismo. Desde aquellos tiempos sentimos que las buenas decisiones, al igual que todo lo bueno, viene de afuera. La devoción por todo lo importando contrasta con el desprecio de lo propio. El origen de nuestra mentalidad paternalista surge también la sociedad colonial y su estructura feudalista y extractiva donde el colonizador-señor feudal tomaba las decisiones para y por sus súbditos. El modelo se perfeccionó hasta llegar a la relación simbiótica en que vivimos hoy; un Estado que pretende ser padre y un pueblo que espera que ese padre sea bueno y le provea todo lo que necesita. La ciudadanía se incapacita a sí misma y le atribuye la responsabilidad de su destino al Estado padre. De manera que siempre andamos en la difícil búsqueda de ese líder que sea bueno y justo y sabio.

Curiosamente el modelo se reproduce en las instancias internacionales y los líderes latinoamericanos esperan que los países admiradísimos y desarrollados se hagan cargo de los problemas que no hemos podido solucionar. Y es así como llegamos a la conclusión de que las grandes potencias mundiales deberían estar preocupadas por nuestros problemas tanto como por los suyos. Y esperamos que esas potencias sean también buenas y justas y sabias. Espera inútil porque las potencias no quieren ser padres.

Los colonos de E.U. llegaron para quedarse y en su sociedad ninguno era mejor que otro, cada uno debía trabajar para proveerse lo que necesitaba sin ayuda. La idea de que la interacción de los intereses individuales y egoístas termina por beneficiar la sociedad no requiere que existan seres altruistas capaces de comprender y solucionar los problemas que aquejan a los demás. Se basa en una sociedad igualitaria donde cada uno debe y tiene que ser capaz de hacerse responsable de su propia vida. La misión de un buen Estado es respetar las iniciativas e intereses privados para que cada uno busque lo que necesita, pues al final el colectivo social será beneficiado. Y una buena potencia es aquella que busca sus propios intereses, mientras las otras hacen lo propio, para que el final el mundo entero se beneficie.

Pueden hacerse muchas críticas a esta visión del mundo pero cuando América fue descubierta todos los países eran iguales y si algunos tenían ventajas eran los hispánicos, ricos en metales preciosos y recursos naturales y aún así, E.U. los superó. Mientras los latinoamericanos sigamos buscando padres estaremos condenados a muchos años de orfandad.

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