Entre todo lo que ha sido el trámite de aprobación del TLC con EE.UU. –mecanismo de presión contra Bush, eslogan de campaña, comodín de oposición-, ha sobresalido la ignorancia del Partido Demócrata -encabezado por el actual Presidente- sobre las relaciones con Latinoamérica.
¿Qué mensaje desea enviar Obama a la región? Busca la aprobación del TLC con Panamá, a pesar de que ese Tratado había sido detenido porque allá se eligió como presidente de la Asamblea Nacional a Pedro Miguel González, quien en 1992 mató a un soldado norteamericano e hirió a otro y está pedido en extradición por EE.UU. Ahora que González terminó su período en ese cargo, pero continúa siendo legislador, el Tratado se puede aprobar. A Colombia, en cambio, hay que presionarla, porque nuestros esfuerzos no son suficientes.
El conflicto colombiano tiene su combustible en las drogas: las guerrillas pervertidas por las cantinas colmadas por el dinero son narcotraficantes, usan las páginas de ‘El capital’ para envolver coca, que después se vende en EE.UU. Innegablemente hay corresponsabilidad: no sólo quien la produce y la comercializa puede tildarse de delincuente; el consumidor final es la pieza que provee el estímulo monetario para que el engranaje funcione. Así que cuando Colombia padece el fenómeno de las drogas son responsables los narcotraficantes y los consumidores estadounidenses.
Vale recordar que la implementación del Plan Colombia con los requerimientos norteamericanos –fumigación- nos ha costado duros enfrentamientos con nuestros vecinos: Ecuador, Perú y Bolivia, entre otros. Pero Colombia ha cumplido. Hemos combatido con la fuerza que nuestra institucionalidad permite y resistido la violencia, las represalias de los delincuentes y la presión diplomática. Entonces nuestro socio comercial más importante, -EE.UU., que nos exige luchar contra las drogas y al mismo tiempo nos las compra- decide que en este país se violan muchos derechos humanos.
Los esfuerzos del presidente Uribe redujeron el crimen: menos de cinco sindicalistas por cada cien mil son asesinados, mientras que de cien mil colombianos de a pie, 39 son asesinados. Eso significa una reducción de los homicidios desde el 2001 de más del 40% y del 80% para el caso de los sindicalistas. Más del 20% de las personas protegidas por el Estado son sindicalistas. Así también hemos reducido los secuestros, fortalecido la Justicia y recobrado la soberanía sobre el territorio. Todo ello con un esfuerzo humano titánico, pero seguimos atormentados por todos los males del narcotráfico.
Y claro que se siguen violando derechos humanos y se asesina y así seguirá siendo mientras nuestro conflicto se alimente de las drogas. No hay país que sea capaz de combatir narcoejércitos de criminales y mafias organizadas sin que ello pervierta la esencia misma de sus instituciones y comprometa su propia estabilidad. Lo han vivido otros países a menor escala como Italia y empieza a presentirlo México. Por supuesto que no es aceptable que los derechos humanos se violen y que deberíamos aspirar a que no haya ningún crimen en nuestra Patria. Pero todavía no aparece la formula mágica para hacerlo. Es un proceso largo y difícil que hemos iniciado.
Colombia no desea el crimen y no necesitamos más presión para saberlo. Gracias.
Marzo 9 de 2009
http://www.elpais.com.co/paisonline/ediciones_anteriores/ediciones.php?p=/historico/mar072009/PRI
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