Columnas de opinión y análisis de la actualidad de Colombia publicadas los sábados en el periódico EL PAÍS - Cali


sábado, marzo 02, 2013

Mala semana

Los cafeteros tienen la razón. Dice el Gobierno que ha cumplido con los subsidios, pero eso es lo menos importante. La verdadera causa de esta crisis es la revaluación del peso colombiano: la enfermedad holandesa. Esa no es una causa exógena, como pretenden sostener los defensores del Gobierno, ni es una contingencia pasajera o casual. Se trata de una pésima política cambiaría, que ha menospreciado la importancia de la tasa de cambio. Cuando Colombia apostó por una economía con un pilar en la minería y el petróleo, era previsible que el fenómeno de la revaluación nos afectaría, más aún en el contexto de una economía abierta. Sostienen los amigos del Gobierno que la política cambiaria no puede ser una variable definitiva a la prosperidad económica. Sin embargo, todos los países en vía de desarrollo y las grandes economías tienen políticas monetarias agresivas. Nuestras medidas fueron tan malas que nuestra moneda fue una de las más revaluadas de mundo. La función encomendada al Banco de la República de controlar sólo la inflación -como si fuera la única variable macroeconómica significativa- tenía sentido en las épocas donde América Latina sufría de hiperinflaciones. En el contexto moderno semejante restricción es ilusoria. La escuela de Chicago ha mostrado cómo el crecimiento económico requiere e implica inflaciones un poco más altas. Además, la atención exclusiva a la inflación sirve como pretexto para soportar la excesiva revaluación. La macroeconomía tiene que preocuparse de la capacidad adquisitiva de la moneda, pero tiene que atender sobre todo al crecimiento. Por eso las funciones del Banco de la República tienen que redefinirse. Ampliarse para garantizar el crecimiento económico, una balanza comercial positiva y una inflación con metas coherentes a ese desarrollo. La crisis de los cafeteros es el preludio de una crisis mayor que parece acercarse a muchos sectores de la economía real, destruidos por la revaluación. Este gobierno se merece el paro, está más que justificada la protesta social, pero pretende desfigurarlo aduciendo que los políticos que lo apoyan hacen parte de la oposición. Muestra otra vez el Gobierno su desagrado por la falta de unanimidad nacional. Habrá que recordarle que la política es una forma más de expresión social, y que aun sin esos apoyos las realidades sociales serían las mismas: más de 500 mil familias no tienen sustento. Pero el Gobierno no acepta críticas. A los cafeteros les exige cesar las vías de hecho para negociar. En mi opinión, las vías de hecho jamás pueden ser justificadas, pues lesionan a los ciudadanos de esas ya afectadas regiones. Sin embargo, sorprende que sea esta la condición del Gobierno, pues este mismo cedió a las vías de hecho de los transportadores y de los estudiantes. Más aún, este gobierno no les exigió nada a los terroristas de las Farc para negociar, ni el valor de unos subsidios, sino el futuro mismo del sector agropecuario. El presiente Santos dijo que para la paz de Colombia necesitábamos a Chávez. En vista de que el Mandatario venezolano ya no está, Santos le ha encontrado reemplazo en Piedad Córdoba. Saldrá nuestro Mandatario al lado de la Marcha Patriótica a ondear las banderas de una paz con impunidad para el mayor cartel del narcotráfico, para los asesinos y secuestradores, para quienes destruyen la vida de los campesinos y los habitantes de los pueblos de Colombia. Saldrá Santos a respaldar la tesis de que las Farc están por encima de las leyes de nuestro país y del mundo. http://www.elpais.com.co/elpais/opinion/columna/paloma-valencia-laserna/mala-semana

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