Columnas de opinión y análisis de la actualidad de Colombia publicadas los sábados en el periódico EL PAÍS - Cali


viernes, mayo 18, 2007

El 10 de mayo

El 10 de mayo de 1957 es el epílogo de un procesos trascendental en la historia del país. Lo que debemos rememorar en ésta fecha no son las manifestaciones de júbilo por la restauración de la democracia, sino el proceso políticos que las precedió. El gobierno del General Rojas Pinilla dijo que retendría el poder hasta que los partidos cesaran su violencia fratricida. La idea era impensable entonces, pues los partidos utilizaban la violencia como mecanismo de confrontación política. Pero, ante la decisión de la Asamblea Constituyente -ANAC de prorrogar el periodo de Rojas hasta 1962, la nación comprendió que las libertades y la democracia tienen un valor superior. Los partidos hicieron un acuerdo para recupéralas: el Manifiesto Conjunto de los Partidos Liberal y Conservador del 20 de marzo de 1957.


En aquella época la violencia estaba íntimamente relacionada con la lucha por el control del Gobierno. En consecuencia, el acuerdo garantizaba que la sucesión presidencial sería, en adelante, pacifica. Los partidos gobernarían conjuntamente en pie de igualdad, y bajo la tesis de Alfonso López Pumarejo el partido Liberal se avino a votar por un candidato conservador en la primera elección. No era fácil escoger un candidato que lograra despertar entorno suyo la confianza para garantizar el acuerdo; pero los partidos lo encontraron y el 8 de abril proclamaron unánimemente como Candidato Nacional a la Presidencia de la República a Guillermo León Valencia.


Con ese nombre y ese proyecto se presionó al gobierno dictatorial para que devolviera a los colombianos el derecho de elegir democráticamente a su Presidente. Los hechos se desenvolvieron rápidamente, el 12 de abril se reafirmó la proclamación de Valencia como candidato único de los partidos y se exigió al gobierno la convocatoria a elecciones desde todos los sectores políticos, industriales y banqueros. El 30 de abril luego de las manifestación de adhesión que recibiera Valencia en Cali, fue detenido por el servicio de inteligencia. Ésta detención caldeo aún más los ánimos, y dio lugar a una ola de protestas de profesores, estudiantes, medios de comunicación, industria y la sociedad en general, que se concretó el 6 de mayo con la iniciación del paro cívico nacional.


El 10 de mayo representa el respaldo y la ratificación de la nación a ese gran acuerdo; es el triunfo de la decisión conjunta de Liberales y Conservadores para suprimir la violencia y recobrar la democracia; demuestra que el poder soberano del pueblo es invencible.


El 10 de mayo es también ocasión para evocar la lealtad patriótica de Valencia a los pactos suscritos para asegurar el espíritu de concordia y entendimiento entre los colombianos. Eventos inesperados y de difícil interpretación llevaron a la sustitución de la candidatura de Valencia por la del jefe liberal Alberto Lleras Camargo. En ese contexto, el enfrentamiento entre los dos podía devastar la frágil estructura y propiciar nuevos derramamientos de sangre, destruyendo aquel apoteósico esfuerzo. Pero Valencia era fiel a aquellos altos propósitos nacionales, así que retiro su candidatura y votó –firmando su voto- por Alberto Lleras. Con ello, Valencia demostró que su gesta por la restauración de la democracia trascendía mezquinos interés personales, y que su compromiso era y seguiría siendo con el porvenir nacional.

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