Columnas de opinión y análisis de la actualidad de Colombia publicadas los sábados en el periódico EL PAÍS - Cali


lunes, enero 23, 2012

Rangel es un insulto

El nombramiento de Rangel Silva como ministro de la Defensa en Venezuela es un desafío abierto para al menos tres actores: la oposición, los EE.UU., y los colombianos. Este acto muestra las intensiones de Chávez de perpetuarse en el poder, desafiar a los gringos y persistir en la implantación del comunismo del Siglo XXI en todo el continente, incluso con medios violentos. Rangel Silva, pocos días antes de ser nombrado, dio unas terribles declaraciones, donde anunció que si la oposición venezolana resultaba vencedora en los comicios electorales, él no aceptaría su triunfo. Se trata de un comentario que pone de presente lo que muchos ya han dicho, Chávez y su movimiento no van a respetar una democracia que no los favorezca. Su compromiso está con los principios que pretenden imponer en ese país, y no con el sistema democrático; este es simplemente el mecanismo que se usa mientras sea favorable, pero que si es adverso será descartado. Esa declaración coincide con la preocupación que han manifestado muchos sobre la transición del poder. Estos pueden ser actos preparatorios para superar una eventual derrota; ‘milicias bolivarianas’ -civiles militantes de la causa chavista armados con fusiles- con el compromiso de proteger el programa bolivariano o incluso y un grupo aliado terrorista con gran poder económico y bélico. ¿Podrían las Farc empezar a migrar hacia el Ejército venezolano? El asunto vuelve a darle relevancia a la necesidad de que los Fuerzas Armadas permanezcan políticamente neutras. Las armas de un país no deben pertenecer a una ideología, sino estar al servicio de la democracia y la estructura que la soporta. Los EE.UU. están dando señales de preocupación frente a Chávez. Se lo había interpretado como un líder sin mucha relevancia, pero se ha hecho evidente que es un factor con nefastas consecuencias para el continente y las relaciones con los norteamericanos. Su gobierno ha sido vinculado al narcotráfico y a las guerrillas colombianas; pero Chávez amplió sus alianzas hasta los enemigos de los EE.UU., y convirtió a Ahmadineyad en un nuevo amigo para algunos países latinoamericanos. El nombramiento de Rangel que está en la lista Clinton por sus vínculos ineludibles con la mafia, completa el escenario. En el caso de los colombianos la afrenta de Chávez es violenta. Todos los problemas que tuvo el gobierno del expresidente Uribe con el vecino país estuvieron centrados en el apoyo que miembros de ese país le daban a las Farc. Rangel Silva es uno de los principales colaboradores; aparece en el computador de Raúl Reyes autorizando a las Farc a estar en Venezuela, como benefactor y proveedor. Con este nombramiento Chávez insultó al país, irrespetó la confianza que otorgó el presidente Santos y simplemente reconoció -sin ningún miramiento- que entre los presidentes no hay amistad ni lealtad alguna. Chávez está en su proyecto político y busca un mecanismo para protegerlo de una eventual derrota electoral. ¿Cómo podrán los diplomáticos y miembros del alto gobierno colombiano relacionarse con un delincuente; un cómplice del terrorismo? Es triste que la dirigencia colombiana no se refiera al asunto. Sólo Simón Gaviaría lo hizo y vale aplaudirlo, pues una cosa es el respeto por la autonomía de un país, y otra es soportar en silencio agravios que son directos y graves. Colombia no puede guardar silencio, es un amigo de los terroristas, que durante ya años han desangrado al país, quien se convierte en el Ministro de Defensa de un vecino tan bien armado. http://www.elpais.com.co/elpais/opinion/columna/paloma-valencia-laserna/rangel-insulto

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