Columnas de opinión y análisis de la actualidad de Colombia publicadas los sábados en el periódico EL PAÍS - Cali


viernes, abril 13, 2007

La Semana Santa en Popayan

Los tambores de la banda de guerra resuenan con toda su fuerza sobre las calles aglomeradas y los niños emocionados pueden oír su ritmo entre sus estómagos. Las trompetas con sus voces chillonas irrumpen de tiempo en tiempo con una tonada trágica que le recuerda a los fieles todo el dolor de la Pasión de Cristo. La procesión avanza y los pasos, que ilustran cada uno de los eventos trágicos que conducen a la crucifixión y muerte de nuestro Señor, se desplazan al ritmo sonoro de la marcha. Cada imagen viene rodeada por los personajes que dan vida a la procesión, la colorida sahumadora, los ocho cargueros, el regidor, la serpenteante fila de alumbrantes y el niño moquero, vestido como un carguero y que con cada vela que prende enciende en su corazón el deseo de cargar un paso en el futuro.

Por su parte, el publico observa emocionado el desfile. Han venido con antelación a buscarse entre la muchedumbre un lugar que les permita verlo todo. Algunos llevan horas parados en el umbral de una puerta, donde un escalón les dará la ventaja de una mejor vista. La ciudad entera ha venido presintiendo estas emociones, que en breve cruzan y se esfuman ante sus ojos, mientras los sonoros tambores se desvanecen entre el incienso de las calles que van visto por 451 años estos desfiles.

Volver a vivir la Semana Santa en Popayán me ha dejado dos reflexiones que quiero compartir.
Por una parte la celebración de Semana Santa en Popayán al igual que en muchos lugares del mundo no sólo es una alabanza viva y externa de la Fe Católica, sino una ocasión de unión y la integración entre los ciudadanos. Ésta fiesta permite que la ciudad edifique su identidad y construya un propósito común. Y ésta devoción le otorga un sentido a las conductas ciudadanas y da un motivo claro por el cual mantener y construir una mejor ciudad. Es así como el primer reto que enfrentan esta celebración es el crecimiento demográfico. Para que la fiesta mantenga su poder de cohesión social y no se convierta en un motivo más de exclusión, corresponde a la comunidad y a las autoridades competentes generar nuevas alternativas que vinculen más ciudadanos y garantice que el tejido social crezca y se fortalezca en torno a la Semana Santa.

Pero por sobretodo, la Semana Santa tiene que poner de presente para todos los cristianos la fortaleza ética y espiritual del mensaje de Cristo. El estoicismo, la generosidad, el perdón y el amor de Jesus, contrastan con la ceguera, la soberbia, la traición y las injusticias humanas. Revivir la Pasión es un evento que conmueve las mas íntimas fibras de cualquier ser humano porque evidencia las debilidades humanas a través de las flaquezas de los acompañantes de Cristo y el contraste con la grandeza del Espíritu Divino. Cuantas veces actuamos como Judas prefiriendo el efímero beneficio económico, o nos sentimos como Pedro que en medio del temor a la persecución preferiré negar lo que cree. Tantas otras veces somos Pilatos y conociendo la injusticia somos incapaces de luchar contra ella, y escogemos el lugar seguro que se lava de la responsabilidad. Somos también como Caifas enemigos de lo que se nos opone. Hemos sido como el público expectante que se burla y juzga implacablemente, y que luego -cuando lo sacude un temblor y el cielo se estremece- comprende la verdad y está dispuesto a decir que todo fue culpa de otros. Cuán distantes estamos de Cristo.

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