Columnas de opinión y análisis de la actualidad de Colombia publicadas los sábados en el periódico EL PAÍS - Cali


sábado, octubre 11, 2008

Elogio a la literatura y al futuro

Nuestro idioma es uno de los grandes legados que hubo de dejarnos aquel ya lejano 12 de octubre de 1492, en el que un grupo de españoles llegó, sin saberlo, al continente americano. El Español ha servido a los latinoamericanos para cantar la exuberante existencia de este continente, y es una pieza fundamental para la construcción de un mejor futuro, y quiero ilustrarlo con la literatura.

La sensibilidad literaria es capaz de encontrar el detalle que refleja lo mejor o lo peor del alma humana. En su misión rescata la vivencia anónima, que pasa inadvertida a los ojos de la historia porque no juega un papel trascendental en la sociedad, no modifica el mundo, no altera el orden de las cosas; y que pasa, también, ignorada por el periodismo, pues no tiene la emoción de la actualidad escandalosa y llamativa. El escritor encuentra que esa vida insignificante representa a la humanidad misma, en el pasado, presente y futuro. Y al contarla determina quiénes y cómo somos y crea nuestra manera de reaccionar. El mundo literario es el gran crisol en el que se funde nuestra cultura.

Sólo cuando el monje Palemón “…la miraba, la miraba, la miraba, y, queriendo hablar, no hablaba, y sentía su alma esclava de la bella pecadora de mirada tentadora, y un ardor nunca sentido sus arterias encendía, y un temblor desconocido su figura larga y flaca y amarilla sacudía”, y Valencia le gritó “¡era amor!” fuimos capaces de reconocer el enamoramiento. Únicamente después de que el genio de Juana engendró que el contacto con el ser amado nos transforma físicamente, al contarnos: “Mi amante besome las manos, y en ellas, ¡oh gracia! brotaron rosas como estrellas”, hemos sentido nosotros que también nos brotan flores con los besos. Sabemos por Neruda que “es tan corto el amor y tan largo el olvido”. Y Silva, al describir la aflicción “…toda, muda y pálida como si un presentimiento de amarguras infinitas, hasta el fondo más secreto de tus fibras te agitara…” nos legó una capa, para cubrirnos, cuando estamos tristes.

Todo lo que sentimos y deseamos está amplificado y estructurado por las formas que nos infunde el arte. A través de un poderoso efecto estético graba en la mente la manera de percibir y valorar cada uno de los hechos que nos suceden; se inventa la manera de sentir el amor y el desamor, lo triste, lo feo, lo malo… el significado de vivir y morir. Esa intuición para ubicar lo que nos hace más humanos, no sólo determina lo que fuimos, crea lo que somos, sino que también nos encamina hacia lo que seremos; pues inventa el ideal del futuro colectivo. Así como Julio Verne trazó ideas que luego fueron reales, así también lo será el futuro que la literatura imagine hoy.

Colombia es un país trepidante. Sus historias de la violencia y dolor humano son sobre la crueldad, la tortura y la bestialidad que puede alcanzar el hombre en medio del conflicto. Estaríamos condenados a representar el fin de todo lo que en los hombres vale la pena. Pero, en medio del dolor resurge, como después de la tempestad, el sol; y aparecen los actos de compasión que no tienen precedentes sino en el santo, la valentía perdida del héroe, el suplicio invisible del asceta y el sacrificio del olvidado mártir; pues en medio de la decadencia siempre resurge lo que vale. Suficiente y hermoso para moldear ese ideal humano y el imaginario colectivo del futuro que tanta falta nos hace.
Octubre 11 de 2008
http://www.elpais.com.co/paisonline/ediciones_anteriores/ediciones.php?p=/historico/oct102008/PRI

No hay comentarios.: