Columnas de opinión y análisis de la actualidad de Colombia publicadas los sábados en el periódico EL PAÍS - Cali


lunes, noviembre 17, 2008

La pirámide nueva del emperador

Las pirámides son interesantes para reflexionar sobre nuestra psicología. Está el fenómeno social que convence al individuo; la masa al ver que otros hacen algo, siente la imperiosa necesidad de hacerlo también. El efecto es tan desbordante que dio lugar a la fábula del traje nuevo del emperador, y prueba la inutilidad del juicio individual frente al juicio colectivo. En el cuento para no parecer estúpido la gente dice que ha visto el traje, la acción de que unos lo vean convence a los otros de que deben verlo. Así que la realidad se transfigura, para todos el traje existe, están convencidos de que el vestido es invisible pero está ahí. Un hombre no puede confiar en sí mismo si la mayoría percibe lo contrario.

Se mezcla con nuestra ‘mentalidad mafiosa’ definida por una propensión a asumir riesgos excesivos cuando los resultados esperados son también desbordantes. Se trata de una manera de actuar donde por conseguir lo anhelado, se arriesga -aún a sabiendas de perderlo- la totalidad de lo que se tiene.

El argumento ‘racional’ es el más interesante. Hace varios meses prensa y autoridades prevenían sobre las ‘pirámides’ y aparecían miles de comentarios: defensores y testigos del éxito de la aventura. Frente al fracaso, otros miles sostienen que la culpa es de los medios, aliados con el perverso sistema financiero. El hecho es interesante porque devela un motivo de fondo en esta psicología. Lo reconstruyo: utilizando el reporte la Superfinanciera sobre el sistema financiero que consolidó utilidades por más de nueve billones de pesos, de los cuales $3.845.878 millones son utilidades de los bancos, se concluye que el sistema produce rendimientos excesivos. Los establecimientos de crédito tienen $205 billones captados del público a tasas irrisorias, que colocan en deuda pública o prestan a un selecto público cobrando intereses altísimos; y dan lugar a una de las tasas de intermediación más altas del mundo.

Ahí hay dos factores que ayudan a descifrar la explosión piramidal: el sentimiento de que los bancos pagan muy poco por la plata, pues podrían pagar más; sumado a que quienes tienen acceso al sistema bancario para obtener dinero son sólo algunos; la mayoría de los colombianos -excluidos- debe acudir a los agiotistas; así que son muy limitados quienes conocen el valor de mercado del dinero.

La tradición católica ha mantenido una difícil relación con el fenómeno de cobrar intereses sobre el dinero, estuvo proscrito y fue pecado. Esa historia pesa en la manera como los colombianos entendemos el sistema, y sobre todo en la interpretación ‘malévola’ que se hace del mismo (sin desconocer sus mañas).

Es el acceso al sistema bancario el que le da a la comunidad un sentido sobre el valor del dinero. Sólo quien ha sido deudor sabe que los intereses que se pagan tienen relación con la capacidad de pago de los deudores: con la rentabilidad de los negocios.

Quienes tienen acceso el sistema bancario como deudores comprenden los límites de lo que se puede pagar por el dinero. No así los meros ahorradores que siempre esperarían más. Menos aún los excluidos, acostumbrados a que el dinero vale lo que los agiotistas impongan: tasas de interés usureras. El agiotaje es la otra cara de las ‘pirámides’. Si no se conoce el valor del dinero, ni los rendimientos posibles y reales de los negocios, unos intereses del 100% no son descomedidos, son buenos, hay quienes los han pagado.
15 de noviembre de 2008
http://www.elpais.com.co/paisonline/ediciones_anteriores/ediciones.php?p=/historico/nov152008/PRI

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