Columnas de opinión y análisis de la actualidad de Colombia publicadas los sábados en el periódico EL PAÍS - Cali


lunes, diciembre 01, 2008

La crisis económica y el ambiente

Uno de los efectos de la crisis económica mundial ha sido la caída vertiginosa del precio del petróleo. Por ejemplo, el crudo venezolano llegó en julio de este año a US$129,54 por barril y cayó a US$40,68 la semana pasada; la cesta Opep pasó de US$131,97 a US$46,71 en esas mismas fechas. Se trata de un desplome de más de US$88 y US$85 por barril respectivamente. Los altos precios del petróleo representaban una gran oportunidad para el medio ambiente; los bajos son, en cambio, una amenaza.

El tema ha sido de ardua discusión entre economistas y ambientalistas. Quienes sostienen que los altos precios del combustible son inconvenientes para el ambiente, tiene la premisa de que las economías ricas, en crecimiento, serán capaces -precisamente por su solvencia- de destinar recursos para contrarrestar el calentamiento global, que es hoy la más grande amenaza contra el planeta y todos sus ecosistemas. Disiento de la tesis.

La utilización de combustibles fósiles, como el petróleo, es causante de emisiones de CO2, un gas de efecto invernadero, cuya acumulación en la atmósfera atrapa la radiación infrarroja del planeta, y hace parte esencial del fenómeno del calentamiento global.

El Protocolo de Kyoto, tendiente a mitigar el fenómeno de cambio climático, imponía una reducción de al menos un 6% en la emisión de gases contaminantes. Pese a los esfuerzos de la comunidad internacional, EE.UU. no tomó parte en estos compromisos. Según las cifras de la Administración de Información Energética, EIA, de EE.UU. los costos del petróleo durante el primer semestre del año causaron una disminución significativa en la demanda del crudo en ese país. El efecto ha persistido durante los meses del segundo semestre, de manera que las proyecciones indican que EE.UU. consumirá 1,1 millones de barriles diarios menos que el año pasado. El hecho es relevante, pues desde 1980 el consumo total de petróleo no caía en más de un millón de barriles diarios. El descenso representa una contracción del consumo del 5,4%, ello significa una reducción de proporciones similares en las emisiones de CO2. Lo que la presión internacional, la inminencia de un trastorno climático del planeta y las recomendaciones científicas no lograron, lo consiguió, sin dificultad, el elevado costo del petróleo. En cambio, la caída de los precios implicará un crecimiento de la demanda por el crudo y mayores emisiones.

Un combustible costoso hacía, además, atractivo el desarrollo de nuevas tecnologías, pues entre más alto sea el precio, más amplio es el rango donde éstas son rentables. Las investigaciones tienen más sentido cuando el producto que se desarrolla tiene un precio capaz de competir con el bien que pretende sustituir. El declive del costo del petróleo devuelve a las economías la posibilidad de seguir utilizándolo como insumo principal y la atracción por energías alternativas disminuye; son sueño costoso e innecesario.

Finalmente, vale resaltar que la crisis económica va a requerir el esfuerzo financiero de los gobiernos mundiales: EE.UU. y UE han tenido que destinar recursos en cuantías importantes para impedir el desplome de la banca y de los mercados bursátiles. Es prioritario; pero no por ello podemos dejar de notar que habrá menos dinero disponible para la inversión en tecnologías y energías limpias y, por supuesto, para las medidas contra el cambio climático.

Noviembre 29 de 2008

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