Columnas de opinión y análisis de la actualidad de Colombia publicadas los sábados en el periódico EL PAÍS - Cali


sábado, diciembre 31, 2011

Deseos de final del año

Al escribir está columna, que es una más de varias sobre el mismo tema, me doy cuenta de que mis deseos para ésta Patria siguen siendo los mismos: Paz y honradez. “Paz” es una palabra casi hueca; el uso y el abuso la han ido vaciando de contenido. Al oírla es difícil encontrar su sentido, y sólo luego de dejar en libertad la fantasía es posible evocar un estado de armonía entre los ciudadanos; relaciones basadas en el respeto por el otro, la consideración y la solidaridad. Imaginar que los problemas –todos- son susceptibles de soluciones asentadas en el dialogo, la negociación e incluso en la Justicia. Una sociedad donde el monopolio de la fuerza reside de manera exclusiva en el Estado, y que casi nunca debe usarlo porque los ciudadanos tienen pactos de convivencia bien fundamentados; donde se comprende la necesidad de la norma como mecanismo para garantizarla. Se me ocurre también soñar con personas que respetan la diferencia y que pueden construir junto a los que no son ni aspiran a ser iguales. Gente que es capaz de dar las luchas por los ideales que les dan vida, con la fuerza de la palabra y la persistencia de la acción. Esas son las ilusiones de un soñador. En la vida que llevamos los colombianos sería gran avance que la violencia cesara; con sólo eso ya seríamos un país diferente. Ojala, aquellos que han encontrado causas por las que consideran que matar y secuestrar es aceptable, comprendan que no existe justificación para lo que hacen. Ojala, aquellos que utilizan la fuerza y el miedo ajeno para validar sus intereses; reconozcan en ese otro a una persona. Ojala, quienes han convertido a los colombianos en medios de negociación y presión, descubran que ningún ser humano es algo distinto a un fin en sí mismo. Con esta limitada noción de “paz” el país iniciaría un camino diferente; este sería un inicio promisorio. La corrupción es un mal atroz. Desdibuja la acción estatal; las obras que deberían hacerse no se hacen, o se hacen mal; los servicios que deberían prestarse, no se prestan o se prestan de manera deficiente. El Estado se convierte en un aparato inútil. Aquello da para que los unos se sientan autorizados a evadir y eludir impuestos; los otros llamados a robar -porque si no son ellos otros también lo harían; unos incluso se sienten obligados a enfrentar con las armas al Estado y a la clase ladrona; algunos más se enceguecen en una danza de dinero que les permite tener y tener y tener; sin reflexionar siquiera sobre los otros, sobre la sociedad en la que viven. En fin la sociedad pierde el respeto por sí misma y por el Estado. La honradez tiene que ver con el reconocimiento del otro; tiene que ver con la capacidad de entender nuestros intereses están relacionados y son dependientes de la sociedad en la que vivimos. La honradez viene de adentro; de la convicción de que el bienestar individual no autoriza el irrespeto a la normas de convivencia ni de la ética. Se trata de una organización jerárquica de valores donde se respetan las normas, no por el beneficio que de ellas podamos derivar individualmente, sino simplemente por su condición de normas; porque son el pacto social que nos permite vivir en comunidad. Estos dos puntales nos permitirían avanzar en la construcción de un país para todos y de todos. Quiera Dios darnos la fuerza para hacer esos pequeños cambios en nosotros mismos; pues será el agregado lo que transformará a Colombia.

No hay comentarios.: