Columnas de opinión y análisis de la actualidad de Colombia publicadas los sábados en el periódico EL PAÍS - Cali


sábado, enero 12, 2013

¿Y el proceso de paz?

Una de las muchas razones que hemos sostenido quienes nos oponemos al proceso de paz que estableció el Gobierno con las Farc, es que aquel no nos llevará a la paz y que aún así tendrá un costo alto para los colombianos, porque debilita la legitimidad del Estado para imponer la ley y combatir el crimen. Haberle dado protagonismo internacional a las Farc, haber accedido a dialogar sobre los grandes temas del desarrollo del país, legitima el accionar violento y le otorga al narcoterrorismo réditos políticos. Este costo ya lo estamos pagando, y ya, también, empiezan a verse los primeros síntomas que muestran que el proceso no va bien. La carta de donde Mauricio Jaramillo, a nombre de las Farc, precisa el alcance de lo que ha sido el proceso entre ese grupo y el Gobierno, muestra que la confianza que tiene el Gobierno es injustificada. La carta deja muy mal parado al hermano mayor del Presidente de quien dicen que es como “todo miembro de la alta burguesía nacional que se respete, el señor Enrique Santos pasa más tiempo en Miami que en su propio país, del cual no obstante se considera uno de sus propietarios exclusivos”. Advierte que su gestión en el proceso es la de un “subordinado” cuyas decisiones y compromisos eran ignorados con displicencia por el jefe negociador. A este, Sergio Jaramillo, tampoco le va bien, pues dicen: “El tipo clásico del arrogante y presumido, siempre empeñado en hacer sentir su importancia, especialmente a los de su propio equipo”. Se suma el efecto que tendrá de la desaparición de Chávez. Es incuestionable que Chávez jugó un papel definitivo en concretar a las Farc para que se sentaran con el Gobierno. El chavismo sin Chávez no tendrá interés en el proceso, pues su prioridad será conservar el poder. Parecería evidente que dentro de la coyuntura de la fragilidad de Chávez o su inminente muerte, la voluntad popular les resultaría favorable. Sin embargo, los chavistas -seguramente- tampoco saben si Chávez se recuperará o no, ni aún el tiempo que tardará en morir y volver. Tendrán, también, dificultades en ponerse de acuerdo sobre un solo nombre, entre los líderes y sectores que conforman el chavismo. De todo aquello hay, pero tal vez, el asunto más difícil es que un líder carismático es muy difícil de remplazar. Aquello requerirá un esfuerzo sustantivo, y que por lo tanto le quita toda la importancia a la negociación colombiana ante los ojos de chavismo. La Habana y su régimen castrista disminuido en su importancia, habían encontrado en el proceso una vitrina para ganar visibilidad ante la comunidad internacional. Pero la eventual desaparición de Chávez cambia las prioridades de los cubanos. Es bien sabido que el régimen cubano vive del petróleo y sin él tendrán muchos problemas económicos. Será para ellos ahora una prioridad ayudarle al chavismo a mantener el poder y dejarán de prestarle atención a la negociación. Finalmente, las declaraciones de Sigifredo López, que sostiene que el Gobierno está negociando con el 30% de la organización y que los frentes del Suroccidente no hacen parte del proceso. Aquello coincide con las informaciones anteriores a la negociación, donde se decía que la estructura de las Farc estaba rota. También con aquella situación de la cual fuimos testigos los colombianos: los comandantes desde La Habana decretaron una tregua que no fue obedecida por los milicianos, ni sus comandantes. http://www.elpais.com.co/elpais/opinion/columna/paloma-valencia-laserna/y-proceso-paz

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