Columnas de opinión y análisis de la actualidad de Colombia publicadas los sábados en el periódico EL PAÍS - Cali


viernes, marzo 30, 2007

La política y el medio ambiente

El movimiento civil a favor del medio ambiente está cayendo en una trampa del quehacer político. Cada vez somos más los ciudadanos que nos preocupamos por la situación ambiental del planeta, y que los retos que enfrentamos en estos campos como el fenómeno del calentamiento global, la sexta gran extinción de las especies y las malas perspectivas sobre el agua, serán en corto tiempo los temas fundamentales de la humanidad. Sin embargo, el tema ambiental se está convirtiendo en un factor diferenciador de los partidos políticos. La idea de que son los partidos de izquierda los que están interesados en los temas ambientales cada vez se afianza más entre los ambientalistas y consecuentemente son, también, cada vez más los electores que inclinan su voto bajo ésta consideración. El hecho es interesante desde el punto de vista de los partidos políticos, pero sumamente preocupante para las causas ambientales.

Los partidos políticos luchan por conquistar el favor del mayor número de sectores sociales y para atraerlos hacen propios los intereses y requerimientos que los caracterizan. Así que, desde le punto de vista político la izquierda se ha apuntado bien, hacia un grupo que asegura un crecimiento sostenido con una agenda temática amplia y novedosa. Pero para el interés ambiental la dinámica es trágica. El desarrollo y la articulación de políticas públicas para proteger el medio ambiente queda sujeta al juego político. Si los partidos abanderados de la causa son derrotados en las urnas, el pábulo se hunde y, peor aún, se vuelve un medio para la contienda política. El partido vencedor mancilla –no al partido derrotado- sino la bandera derrotada. La democracia siendo el mejor sistema de gobierno permite ciertos juegos en los cuales los partidos se fortalecen con un alto costo para las ideologías. El caso se ilustra perfectamente en Estados Unidos donde el Partido Demócrata “dueño” del discurso ambiental ha logrado los mayores avances en lo que a legislación y políticas públicas ambientales se refiere, y ha obtenido un crecimiento significativo de sus seguidores. Entre tanto, que el partido Republicano, para atacar a los demócratas y demarcar las diferencias la ha emprendido contra causas ambientales muy significativas como el calentamiento global y en consecuencia, flexibilizó las normas ambientales y se negó a firmar el protocolo de Kyoto.

Los que nos preocupamos por el ambiente debemos tener una visión crítica de este fenómeno, pues no podemos permitir que el tema ambiental se convierta en la insignia de uno u otro partido. El problema ambiental tiene que colocarse como uno de los grandes temas de la política, al lado de la desigualdad social, el desempleo y la salud; por mencionar sólo algunos. Sobre esos temas todos los partidos políticos tienen un análisis y una propuesta. Y no hay ningún político que no dedique parte de su discurso por sucinto y simple que sea a esas materias. Es entonces prioritario que los ambientalistas juguemos el juego democrático con astucia para no salir lesionados, debe haber amantes del ambiente todos los movimientos políticos, dedicados a multiplicar los requerimientos y convertir el ambiente en un lugar común de la política. Llenos de inspiración ambientalista tendríamos que variar las palabras del poeta y decir: ¡Oh democracia! Bendita seas, pero no nos mates.

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