Columnas de opinión y análisis de la actualidad de Colombia publicadas los sábados en el periódico EL PAÍS - Cali


sábado, junio 02, 2007

Camaleones políticos

Publicado: Mayo 26 de 2007

Entre las virtudes del presidente Uribe cabe destacar su manera de seguir y defender un ideario político sin cambios ni acomodos. Esa claridad ha dotado de perspicuidad la política colombiana. Uribe, como buen líder, está comprometido con un diagnóstico de la realidad nacional y amarrado a un modelo de soluciones especificas, de suerte que los colombianos sabemos qué esperar de él. Lo que ha permitido, además, que la oposición del Polo Democrático se defina, en contra de esas políticas.

La nitidez ideológica es fundamental para que los electores puedan saber por qué y para qué están votando y que ideas representa un partido o un líder. El buen político debe encarnar -ser- unas ideas. Si lo que ofrece el adalid no coincide con la voluntad popular y es derrotado, su postura ideológica debe mantenerse como alternativa, al estilo del Polo. Y si las ideas con las que se comprometió salen mal, ese dirigente no puede renunciar a ellas y cambiarlas como un traje del que se despoja para vestir uno nuevo. Los naufragios en política tienen un costo y el capitán se hunde con su barco. El paladín malogrado tiene que hacerse a un lado, para que otro -el antagonista- representante de ideas nuevas, asuma el liderazgo. Ese es el juego político.

Colombia viene de un camino muy distinto, nuestros políticos son de planteamientos ambiguos y oscuros y se van acomodando al querer democrático. Nadie toma posiciones, y sí alguien tiene alguna, pero la opinión no la favorece, la cambia y se convierte en el defensor más vehemente de lo contrario. El fenómeno tuvo tal envergadura que los partidos terminaron siendo todos iguales. Hemos mejorado, pero hay todavía muchos camaleones que se cambian al color de la ideología ganadora.

En vez de que las hombres encarnen ideas, los hombres llevan ideas como prendas de vestir. Por la pasarela pública desfilan los mismos personajes acondicionados a la moda con diferentes ropajes ideológicos. Políticos sin convicciones que cambian con la opinión. Pastranistas con traje de negociación que al tenor de las encuestas se pusieron el traje de mano dura. Marta Lucia Ramírez pasó de ministra de Pastrana a ministra de Uribe, sin ruborizarse. ¿Estaría comprometida con alguna de las dos ideologías? ¿Con cuál? ¿Por qué, entonces, recibió el otro encargo? El ex presidente Gaviria, cuando llego del exterior en sus discursos, pedía a la Providencia que nos amparará de Uribe, y ahora llama al Partido Liberal al centro y a la oposición moderada. Si le parece que aquella posición ya no es indicada, debe hacerse a un lado y dejar que asuman la jefatura liberal aquellos que desde el principio sugirieron la postura que ahora le gusta. Su hijo, Simón, pasó de antiuribista a parte de la bancada uribista y brinca con cada escándalo para representar la opinión. El ministro Santos, como él mismo lo dijo, buscó y promovió una negociación con los grupos alzados en armas en la que se incluía una zona de distensión y Asamblea Constituyente, y ahora dirige la cartera de Defensa del Gobierno, que representa justamente lo contrario. Y tantos otros.

O en Colombia hay sólo unos pocos capaces de ser ministros, dirigir partidos o ser candidatos y nos toca reciclarlos. O bien, hay otros, pero los poderosos, borrachos de poder, no los ven y la vanidad los convence de que son indispensables y entonces, patrióticamente, se reacomodan a las circunstancias.

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