Columnas de opinión y análisis de la actualidad de Colombia publicadas los sábados en el periódico EL PAÍS - Cali


viernes, junio 22, 2007

Lucha de clases o unión por Cali

Junio 16 de 2007

Segmentar la sociedad en un conflicto de clases no tiene ninguna ventaja, sólo dificulta el entendimiento de que el bienestar individual está, necesariamente, ligado al bienestar colectivo. La fabricada lucha de clases en Cali, orquestada por politiqueros y populistas, muy a tono con la tendencia de los ‘idiotas latinoamericanos’ que encuentran en el otro, más prospero, la causa de sus desgracias, sólo benefició a esas maquinarias demagógicas que ganaron la elección. Ebrios con la ‘contratitis’ no han respondido adecuadamente a los retos que impone el crecimiento de una ciudad como Cali en el contexto cambiante del país. Han usado políticas asistencialitas para distraer a sus electores y, el poderoso discurso de la lucha social y la teoría de la conspiración en su contra, para justificar su inutilidad. Como resultado Cali tiene, entre otros problemas, una de las tasas de inseguridad más altas del país, desempleo causado por las muchas empresas que cerraron oficinas y fabricas, serios problemas en la educación pública y una perdida sustantiva de calidad de vida, en términos de movilidad, estética urbana y limpieza.

La consecuencia lógica de estas malas administraciones debiera ser la madurez política de los electores, deberían saber la importancia de la elección del Mandatario Local y meditar sobre las razones que deben inspirar el voto. En general, elegimos por quien votar con base en nuestros intereses y el deseo de estar mejor. Es así como algunos votan porque esperan solucionar sus problemas de pobreza o desempleo o el de sus parientes, otros votan para resolver cuestiones del barrio: huecos, luz y escuelas, unos más buscan el bienestar de un sector económico. Se trata de una gama de intereses continuos, cuya diferencia es la proporción en la que el votante se beneficia directamente. Correlativamente a esos intereses, aparece un político que se ajusta a cada uno. Así, el que ofrece dinero, aquel con promesas de empleos en la burocracia estatal, obras especificas o tratos preferenciales.

En el siguiente estadio aparece el votante que se da cuenta de que el bienestar común es el mejor vehículo para la realización de sus propios intereses, pues cuando la ciudad prospera, todos lo hacen con ella. Y el candidato correlativo a esa visión es aquel que entiende la ciudad como un organismo interrelacionado y es capaz de priorizar el gasto con inteligencia para que repercuta en el crecimiento y avanzar en la realización de los intereses colectivos.

Ese candidato lo han tenido y derrotado los caleños por no haber comprendido esto. Francisco José Lloreda ha estado sobre la palestra pública por un periodo prolongado, en el cual ha probado tener inquebrantable vocación de servicio, preclara inteligencia y devoto amor por su ciudad y su patria. Su carrera en el sector público ha seguido la finísima estirpe de su padre, Rodrigo Lloreda, que dejó al país el recuerdo de un gran hombre: vigoroso e incontrastable en su proceder, intachable y diamantino en el manejo de la cosa pública. Kiko en la tribuna de los ministerios, en el periodismo, en la conferencia pública ha brillado por su eminente facultad crítica y la fuerza de su brazo que actúa.

Los malos dirigentes surgen de equivocadas percepciones de los electores, veremos si luego de tantos tropiezos los caleños han comprendido lo que su ciudad vale.

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