Columnas de opinión y análisis de la actualidad de Colombia publicadas los sábados en el periódico EL PAÍS - Cali


sábado, agosto 25, 2007

Las verdades reveladas

El proceso de inscripción de candidatos para las elecciones de autoridades locales develó algunos aspectos interesantes del contexto político colombiano, los cuales merecen por lo menos un somero análisis.

La aparición de 259 nuevos movimientos políticos evidencia que la reforma a los partidos no ha sido exitosa. Puede ser una falla de los partidos o una incapacidad para reconocer y apoyar los liderazgos locales, entonces la función de la inscripción con firmas está cumpliendo su cometido, pues garantiza una participación más democrática. Pero el fenómeno parece estar asociado con la tendencia colombiana a los regímenes personalistas. El elector colombiano no se orienta por los partidos políticos sino por el carisma del candidato y éste, consiente de su poder, tampoco se pliega a la organización rígida y exigente de un partido y prefiere hacer su campaña solo y no adquirir compromisos.

Y los electores que se fijan en el candidato y no en el partido tienen buenas razones para hacerlo. La estructura ideológica de los partidos colombianos es precaria y aún más endeble es el compromiso de los políticos con esas ideas. En las inscripciones pudimos observar candidatos que pasaron de un partido a otro. Peñalosa pasó de liberal a independiente y eligió como representante a la Cámara a Simón Gaviria, hijo del jefe del Partido Liberal y uno de los más vehementes opositores del presidente Uribe y se consagra como la alternativa ‘uribista’ a la Alcaldía de Bogotá. Hay tantos otros concejales y candidatos que salen de un partido y entran a otro como si se tratara de equipos de fútbol cuya ideología es indiferente. Estos políticos muestran que están dominados por el oportunismo y se acomodan a las circunstancias sólo buscando ser favorecidos. Su actitud fomenta y, en parte, explica porque los colombianos prefieren confiar en lo que como persona se puede captar de un candidato que cree en los compromisos ideológicos con un partido.

Es interesante también resaltar el fenómeno de la participación en política de comunidades religiosas, especialmente cristianas. Yonny Copete, el apóstol, ha fundado 49 iglesias evangélicas en Cartagena y aspira a la Alcaldía, están también candidatos del Mira y tantos otros movimientos de origen religioso en una creciente tendencia a representar políticamente los postulados religiosos. El hecho es riesgoso, porque si bien la política está estrechamente relacionada con la moral social, es importante garantizar la pluralidad. La vinculación activa de la religión en la política se ha mostrado peligrosa y difícil a lo largo de la historia, y aún hoy en los regímenes fundamentalistas islámicos se muestran muchos de sus inconvenientes. Si en los casos anteriores hay falta de compromiso ideológico, en este caso hay demasiado.

Otra escena intrigante, no sólo de la política local sino de la global, es la sucesión entre cónyuges. Como los Clinton en EE.UU. o los Kirshner en Argentina, en Colombia hay muchos y muchas quienes aspiran a ser remplazados por sus esposos. En principio la conducta puede explicarse, pues muchas parejas se inician en la congruencia de intereses y el trabajo en equipo. Naturalmente el cónyuge merece y ha trabajado por esos honores y quiere la oportunidad de ser ahora candidato. Pero también puede tratarse de una forma de evitar inhabilidades y mantener el poder burlando la ley.

Publicado en El Pais-Cali en Agosto 11 de 2007
http://www.elpais.com.co/historico/ago112007/OPN/opi03.html

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