Columnas de opinión y análisis de la actualidad de Colombia publicadas los sábados en el periódico EL PAÍS - Cali


sábado, enero 17, 2009

La condecoración a Uribe

La alianza de Colombia con EE.UU. tiene ya una larga tradición sin que por ello ese Gobierno haya reconocido los esfuerzos que realizamos en la lucha contra las drogas. Por ello es un honor que el presidente Uribe haya sido condecorado al lado del ex primer ministro británico Tony Blair y al ex primer ministro australiano John Howard. Al imponerle la Medalla Presidencial de la Libertad, el presidente Bush reconoció los esfuerzos de Colombia en contra del terrorismo y exaltó la democracia colombiana encabezada por Uribe. Lo resaltó como un líder de “inmensa valentía personal y fortaleza de carácter” y que “ha vuelto a resucitar las esperanzas de su país y ha mostrado un modelo de liderazgo para el mundo”.

Nuestro Mandatario realmente reluce en el concierto latinoamericano, sus políticas han transformado y mejorado la perspectiva nacional. Relucen los consejos comunitarios como pieza clave para devolverle al país credibilidad en las instituciones. El pueblo colombiano había dejado de confiar en el Estado como un ente regulador benévolo o siquiera útil; se entendía como un aparato opresor, cínico e inservible. A través de los consejos comunitarios Uribe acercó ese Estado estirado, centralizado, teórico y soberbio a todos y cada uno de los ciudadanos.

La oposición dice que el ejercicio ha desinstitucionalizado al país, pues es la persona de Uribe en la que el ciudadano encuentra las soluciones, y que precisamente esa actitud es el retorno al más primitivo paternalismo estatal. Pero ese régimen personalista lo ejerce el Presidente. Esa institución que después de haber sido ejercida sin liderazgo, sin convicción y sin resultados se había convertido en un sonoro título sin nada más que un pasado lisonjero. Uribe tiene la legitimidad del caudillo y bajo el ejercicio de su magisterio no ha hecho otra cosa que permear de esa legitimidad a la institución presidencial. La percepción de los colombianos ahora es que el Presidente sí puede hacer cosas, que sus acciones sí tienen repercusiones y que buenas decisiones son capaces de alterar positivamente nuestras vidas. La institución de la Presidencia ha ido recobrando su importancia, y a su lado, los ministerios y las demás instituciones del Gobierno se han ido dibujando como una estructura con capacidad de gestión y resultados. Todo ello al tenor de la Seguridad Democrática que nos devolvió la posibilidad de transitar por nuestro territorio, recobrar los derechos atropellados por los grupos al margen de la ley. Esa legitimidad de Uribe se transmitió, también, al Ejército Nacional que heroicamente derrota un guerrilla narcoterrorista que desangraba la Patria.

Las transformaciones que ha tenido el país bajo este Gobierno son innegables. Precisamente por eso disuena que organizaciones de derechos humanos -Amnistía Internacional y Human Rights Watch- hayan considerado que el homenaje a Uribe envía un "mal mensaje”. El país ha mejorado mucho en ese aspecto también y si bien todavía son varias las dificultades que enfrentamos, es evidente que la senda por la que transitamos ha empezado a alejarnos del pasado que nos desangraba. La actitud de esas organizaciones es una afrenta contra las decisiones democráticas de este país, que han elegido y respaldan de manera abrumadora la gestión del Mandatario; pero sobre todo muestran la incomprensión de los procesos internos de los países.

El País Cali, enero 17 de 2009

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