Columnas de opinión y análisis de la actualidad de Colombia publicadas los sábados en el periódico EL PAÍS - Cali


sábado, mayo 09, 2009

Comunidad europea

Catherine Ashton, comisaria europea de Comercio, al referirse a la negociación del TLC entre la Unión Europea, UE, y Colombia, dijo que están estudiando la situación de derechos humanos, pues hay "datos que nos preocupan".

A su turno, la presidenta de la subcomisión de Derechos Humanos del Parlamento Europeo, Héléne Flautre, pidió que la UE fuera "más audaz y contundente" para defender los derechos humanos en Colombia, para lo cual debe "usar su influencia para conseguir cambios reales" en las políticas del Gobierno, refiriéndose a esa negociación comercial que adelanta nuestro país. Según ella, “la UE dispone de medios de influencia importantes que sería incoherente no utilizar".

Se trata nada menos de una nueva y atosigante actitud que los gobernantes de los países desarrollados han adoptado frente a los que están en vía de desarrollo. En su grandeza se ven avalados para utilizar una negociación eminentemente comercial para sugerir que las violaciones de derechos humanos persisten en Colombia por falta de voluntad del Gobierno y de los ciudadanos. Una actitud ingenua, pero, sobre todo, paternalista e irrespetuosa.

El motor del conflicto armado en Colombia, responsable del crecimiento exponencial de las guerrillas y las mafias, es el narcotráfico. Negocio que se financia del ‘respetable’ consumo que hacen estadounidenses y europeos. Pero no siendo esto suficiente, son esos mismos ‘respetables’ consumidores los que exigen cada vez más fuerza en la lucha contra la droga. Más aún, critican como insuficientes los esfuerzos, siempre crecientes en términos de recursos, violencia y afectación a la población civil, a los que nos sometemos los colombianos para evitar que el polvo maldito llegue a sus ‘respetables’ consumidores.

La consecuencia lógica -no por ello justificable- es que la violación de los derechos humanos en Colombia es creciente. Los enfrentamientos contra las mafias son un factor de desestabilización institucional, aquí y en cualquier lugar del mundo (EE.UU., en la época de Capone, Italia y México). Las guerras tienen esa triste característica: le cuestan a la sociedad vidas y derechos. Los ‘respetables’ lo tienen bien sabido -dos guerras-, pero ahora ya no se acuerdan.

¿Qué puede hacer Colombia para erradicar la violación de los derechos humanos?

Es una pregunta muy seria y difícil. Si hubiera una solución simple, ya se habría implementado, aquí y en todos los países. Pero los ‘respetables’ quieren aprovechar un acuerdo comercial para darnos ‘consejos’. Si los europeos han descubierto la fórmula para evitar la violación de derechos humanos, son irresponsables al esperar una negociación comercial para revelarla.

No la tienen porque no la hay. Se trata de humillar a las naciones menos ricas, pretendiendo una superioridad moral que no tienen. Se trata de vituperar a los líderes tercermundistas haciéndoles sentir que es falta de esfuerzo o de compromiso con sus naciones que prevalezcan los problemas. Se trata de humillar las democracias inestables, para que nos sintamos todos incapaces y agradecidos.

Este nuevo estilo de colonialismo es inaceptable. Es bien sabido que ellos negocian esos TLC usando sus mejores armas para sacar los mayores provechos, sin consideración sobre el bienestar de los otros países. Y eso está bien, no lo critico. Lo que es ridículo es la pretensión hipócrita de que algo más que los euros les importa.
9 de mayo de 2009
http://www.elpais.com.co/paisonline/ediciones_anteriores/ediciones.php?p=/historico/may092009/PRI

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